Te quería avisar que ya está. Que te quedes tranquilo: que ya vi todo.
"¿Y vos quién sos?", me preguntó mirándome a los ojos, a 20 centímetros. Ojos sorprendentemente iguales a los míos. "¿Y vos quién sos?", martilló.
Antes se había sentado en un sillón. Y se había parado para sentarse en el sillón de enfrente. Y había vuelto al anterior. Y así tres veces.
Me alejé unos metros y fue entonces cuando lo ví y escuché. Todo. La decrepitud hecha viejita de ochenta y pico con enfermedad crónica de 25 años y mi crianza encima.
"No me maten", dijo bajito. Pero bajito, nada de escándalo.
Caty, la chaqueña que la cuida y yo seguimos tomando mate. Y medio que sonreímos.
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