miércoles, 9 de diciembre de 2009

Dos señoras. Valientes. En la procesión de la Virgen.


-¿Y? ¿Te enganchaste con la novela?
-¿Con cuál? ¿Botineras?
-Sí.
-Ví el primer capítulo. Linda, sí. Pero me quedo con Valientes.
-Ahhh, es que esa está tan bien. Tan linda.
-Ay, sí. ¿Viste? La Alma está embarazada.
-Sí. ¡Se puso de buena!
-Lástima los rulos de Luciano Castro. Yo no sé cómo lo dejan actuar así. El otro día lo enfocaban de espaldas, saliendo de la ducha. ¿Lo viste? Era una cosa toda así de grande. De rulos. ¡Los tatuajes! ¿Lo viste?
-¡Sí!
-Yo a Botineras no lo quiero ver porque no lo soporto a Cabré. Es tan asqueroso ese muchacho, pobre.
-Símmm.
-Espero no engancharme con ninguna otra novela. Con el calor está lindo para sacar la sillita a la calle, viste.
-Sí. Ahí viene la procesión.
-¡Qué despacito!
-¡Y cantando, repetiré tu nombre, María, de Nazaret! ¡Y cantando repetiré tu nombre...!
-¡Y cantando, repetiré tu nombre, María, de Nazaret! ¡Y cantando repetiré tu nombre...!

Hace un par de viernes a eso de las 20.30 acompañé a mi mamá a una procesión en adoración a la Virgen Milagrosa alrededor de la plaza de Villa Mitre. Como ya estoy de siete meses y medio de embarazo y camino como un pato alcoholizado, unos señores de pechera amarilla con inscripción "Procesión de la Medalla Milagrosa - Organización" me hicieron sentar junto a un grupo de 30 ancianos y enfermos. Atrás mío, dos señoras conversaban.