martes, 30 de diciembre de 2008

Disculpen las molestias, estoy comiendo lechón.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

¡Festejá! ¡Festejá! ¡Festejá!


Voy a caer en el lugar común de criticar las fiestas de fin de año. El sistema las impone y eso jode. Si por mí fuera (y eso que soy Católica Apostólica Romana, familiera y en estas fechas me gusta estrenar equipito; de hecho, ya tengo lista una romanticota solera de Yagmour) hoy 24 de diciembre tomaría una birra en mi casa nueva, cometería una semi ilegalidad y sin mayor alharaca me iría a dormir.

Mi abuela está en Terapia Intensiva desde hace varios días y de eso no voy a hablar. Sin embargo y a pesar de que estamos todos girando alrededor de esto, el lechón, adobado desde ayer, ya está cocinado y cortado y la ensalada de calamares con ajo y perejil, la tarta de puerros y las papas con huevo están esperando que les den señal de largada en un ratitito nomás. Y me juego la cabeza (de chancho, porque en la casa gallega donde nací cotiza en bolsa) que en este instante está mi papá cortando fruta para que se enfríe en el cajón de la heladera. En hora buena de que haya noches de paz con tanta comida, ¿pero por qué tiene que ser este día, a esta hora, con estos cohetes?

¡Festejá! ¡Festejá! ¡Festejá!

Así somos y este tema está súper bastardeado. Además de lugar común, se ha vuelto un asunto bastardo. Basta

viernes, 19 de diciembre de 2008

Antes de ayer

Antes de ayer renuncié al diario donde trabajé en los últimos cinco años y medio.

Antes de ayer me levanté muy nerviosa. Tanto, que hipocondríacamente pensé que si seguía así iba a tener problemas de corazón, además de una intensa actividad intestinal de por vida.

Antes de ayer cubrí la última noticia: el intendente y el ministro bonaerense de Desarrollo Social inaugurando una escuela de oficios para jóvenes con toda la hipocresía de la que son capaces. Sin embargo, gracias a aso tuve un regalo de despedida.

Antes de ayer al mediodía iba en un taxi cuando desvié la mirada hacia una casa baja y blanca de la esquina del canal y Zelarrayán, de esas de una planta, una puerta, una reja, un árbol y dos ventanas. Justo en el medio del patio había un nene de unos tres años con un casco de pelo negro mirando hacia la calle. Estaba sentado sobre una maceta dada vuelta y las piernas no le llegaban al piso. Inmutable y sereno, esperaba. El almuerzo, seguramente.

Antes de ayer decidí que esa imagen sería mi estampita de la buena suerte. Dos horas después sorprendí a mi jefe y compañeros (algunos amigos) con la renuncia. Que el telegrama, que el cinco de enero empezaba a trabajar en otra empresa, que “las condiciones”, que muchas gracias por todo y que seguramente nos íbamos a seguir viendo.

El día de antes de ayer no me lo olvido más.

martes, 16 de diciembre de 2008

Feliz estreno

-¿Mami, me traés alguna cosita para tomar la leche que me desmayo de hambre?

Hace algunas horas le mandé ese mensaje de texto a mi santa madre asesina. Enseguidita se vino con un paquete de Frutigran con pasas de uva y una caja de leche. ¿Las razones del pedido a la ONU?

· Cuatro días de interminable mudanza.
· Conexión clandestina de agua que de tan clandestina, falla.
· Terminación de zócalos, molduras, azulejos y 56 etcéteras.
· Cambio de caldera de tiro natural por una de tiro forzado y dos agujeros en la pared del tamaño de un plato de asado.
· Acomodamiento de ropa, productos de almacén y cotonetes.
· Pasto trucho robado de la plaza de enfrente.
· Alarma con sensores hasta dentro de algo cóncavo que todavía no es placard.
· Tierra. Tierra.
· Esteban en versión plomero, carpintero, albañil, jardinero, arquitecto y mugriento.
· Lagartijas.
· Vecino pendejo de mierda que en este momento está molestando a los hermosísimos pichones de lechuza que están frente a mi casa.

El resultado empalaga mi umbral de buenos momentos…



Este post lo escribí anoche mirando por esta ventana, mientras los borregos, que se ven en el fondo, jodían las lechucitas y mamá lechuza, desesperada, volaba a los gritos en círculo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Y el ego


Ya hablé del gigantesco ego de mi hermano El Jhony. No fue suficiente. No. Porque El Jhony ahora va por más. El Jhony es ego. Y yo ando corta de soga. Histérica, bah. A punto de mudarme y pronta a casarme. All together, rigth now. Y la casa nueva frente a la de El Jhony y el gas. El gas. Y la pintura y el valor del dólar y los zócalos y el cielorraso y el sueldo todavía no depositado. Y la pintura y el Jhony por teléfono:
-Hola. ¿Vos tenés una escalera larga en tu casa de Sudán?
-No. Bueno, sí. Pero no es mía. Es del pintor.
-Prestámela.
-No, no es mía.
-¡Hija de puta! ¡Dámela!
-¿Para qué la querés? ¿Por qué no se la pedís a papi?
(gritando, descompuesto) -¡¡Porque la del pelado no sirve!! ¡¡Necesito una alta!! ¡¡¡¡Damela, yegua de mierda!!!!!
A punto de mudarme y pronta a casarme. All together, rigth now. Y la casa nueva frente a la de El Jhony y el gas. El gas. Y la pintura y el valor del dólar y los zócalos y el cielorraso y el sueldo todavía no depositado. Y la pintura y El Jhony por teléfono.