martes, 30 de diciembre de 2008

Disculpen las molestias, estoy comiendo lechón.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

¡Festejá! ¡Festejá! ¡Festejá!


Voy a caer en el lugar común de criticar las fiestas de fin de año. El sistema las impone y eso jode. Si por mí fuera (y eso que soy Católica Apostólica Romana, familiera y en estas fechas me gusta estrenar equipito; de hecho, ya tengo lista una romanticota solera de Yagmour) hoy 24 de diciembre tomaría una birra en mi casa nueva, cometería una semi ilegalidad y sin mayor alharaca me iría a dormir.

Mi abuela está en Terapia Intensiva desde hace varios días y de eso no voy a hablar. Sin embargo y a pesar de que estamos todos girando alrededor de esto, el lechón, adobado desde ayer, ya está cocinado y cortado y la ensalada de calamares con ajo y perejil, la tarta de puerros y las papas con huevo están esperando que les den señal de largada en un ratitito nomás. Y me juego la cabeza (de chancho, porque en la casa gallega donde nací cotiza en bolsa) que en este instante está mi papá cortando fruta para que se enfríe en el cajón de la heladera. En hora buena de que haya noches de paz con tanta comida, ¿pero por qué tiene que ser este día, a esta hora, con estos cohetes?

¡Festejá! ¡Festejá! ¡Festejá!

Así somos y este tema está súper bastardeado. Además de lugar común, se ha vuelto un asunto bastardo. Basta

viernes, 19 de diciembre de 2008

Antes de ayer

Antes de ayer renuncié al diario donde trabajé en los últimos cinco años y medio.

Antes de ayer me levanté muy nerviosa. Tanto, que hipocondríacamente pensé que si seguía así iba a tener problemas de corazón, además de una intensa actividad intestinal de por vida.

Antes de ayer cubrí la última noticia: el intendente y el ministro bonaerense de Desarrollo Social inaugurando una escuela de oficios para jóvenes con toda la hipocresía de la que son capaces. Sin embargo, gracias a aso tuve un regalo de despedida.

Antes de ayer al mediodía iba en un taxi cuando desvié la mirada hacia una casa baja y blanca de la esquina del canal y Zelarrayán, de esas de una planta, una puerta, una reja, un árbol y dos ventanas. Justo en el medio del patio había un nene de unos tres años con un casco de pelo negro mirando hacia la calle. Estaba sentado sobre una maceta dada vuelta y las piernas no le llegaban al piso. Inmutable y sereno, esperaba. El almuerzo, seguramente.

Antes de ayer decidí que esa imagen sería mi estampita de la buena suerte. Dos horas después sorprendí a mi jefe y compañeros (algunos amigos) con la renuncia. Que el telegrama, que el cinco de enero empezaba a trabajar en otra empresa, que “las condiciones”, que muchas gracias por todo y que seguramente nos íbamos a seguir viendo.

El día de antes de ayer no me lo olvido más.

martes, 16 de diciembre de 2008

Feliz estreno

-¿Mami, me traés alguna cosita para tomar la leche que me desmayo de hambre?

Hace algunas horas le mandé ese mensaje de texto a mi santa madre asesina. Enseguidita se vino con un paquete de Frutigran con pasas de uva y una caja de leche. ¿Las razones del pedido a la ONU?

· Cuatro días de interminable mudanza.
· Conexión clandestina de agua que de tan clandestina, falla.
· Terminación de zócalos, molduras, azulejos y 56 etcéteras.
· Cambio de caldera de tiro natural por una de tiro forzado y dos agujeros en la pared del tamaño de un plato de asado.
· Acomodamiento de ropa, productos de almacén y cotonetes.
· Pasto trucho robado de la plaza de enfrente.
· Alarma con sensores hasta dentro de algo cóncavo que todavía no es placard.
· Tierra. Tierra.
· Esteban en versión plomero, carpintero, albañil, jardinero, arquitecto y mugriento.
· Lagartijas.
· Vecino pendejo de mierda que en este momento está molestando a los hermosísimos pichones de lechuza que están frente a mi casa.

El resultado empalaga mi umbral de buenos momentos…



Este post lo escribí anoche mirando por esta ventana, mientras los borregos, que se ven en el fondo, jodían las lechucitas y mamá lechuza, desesperada, volaba a los gritos en círculo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Y el ego


Ya hablé del gigantesco ego de mi hermano El Jhony. No fue suficiente. No. Porque El Jhony ahora va por más. El Jhony es ego. Y yo ando corta de soga. Histérica, bah. A punto de mudarme y pronta a casarme. All together, rigth now. Y la casa nueva frente a la de El Jhony y el gas. El gas. Y la pintura y el valor del dólar y los zócalos y el cielorraso y el sueldo todavía no depositado. Y la pintura y el Jhony por teléfono:
-Hola. ¿Vos tenés una escalera larga en tu casa de Sudán?
-No. Bueno, sí. Pero no es mía. Es del pintor.
-Prestámela.
-No, no es mía.
-¡Hija de puta! ¡Dámela!
-¿Para qué la querés? ¿Por qué no se la pedís a papi?
(gritando, descompuesto) -¡¡Porque la del pelado no sirve!! ¡¡Necesito una alta!! ¡¡¡¡Damela, yegua de mierda!!!!!
A punto de mudarme y pronta a casarme. All together, rigth now. Y la casa nueva frente a la de El Jhony y el gas. El gas. Y la pintura y el valor del dólar y los zócalos y el cielorraso y el sueldo todavía no depositado. Y la pintura y El Jhony por teléfono.

martes, 25 de noviembre de 2008

Dale gas


-Buen día, vengo a pedir el medidor de gas -le dije esta mañana a la empleada de Camuzzi Gas Pampeana, a quien a partir de este momento llamaré La Forra de Mierda Hija de Puta.
-Hola. A ver los papeles... No. Te falta pagar el sellado.
-¿Qué sellado?

Un sellado por la protección de los kiwis en Australia, que se cobraba en el supermercado de la vuelta y sin el cual no podía gestionar el medidor: el último eslabón para obtener el gas en mi casa nueva y, por añadidura, mudarme la semana que viene.

-Bueno, acá estoy -dije 15 minutos después, con el tickecito de los kiwis en la mano.
-Ajá. Pero vos todavía no podés pedir el medidor.
-... -Preferí el silencio. Preferí escucharla. Preferí orar.
-Lo que vos tenés que solicitar es el perforador, el zanjeo y la tapada. Son 115 pesos. Todo va a demorar entre diez y 15 días. Recién después podés venir a pedir el medidor.
-Pero cómo. A mí me dijeron otra cosa. A mí me dijeron que yo venía a pedir el medidor de gas hoy y mañana podía calentar la pava para el mate.
-Te dijeron mal.

No puedo confirmarlo, pero creo que entonces empecé a retener líquido.

-Listo. -Había pagado y vuelto a sentarme frente a La Forra de Mierda Hija de Puta. Sentía que jugaba al juego de la silla. Dele pararme y sentarme. Y el tickecito.
-Bueno, a partir de ahora van a ir a tu casa una, dos, tres veces más a hacer los trabajos. Después venís y pedís el medidor y lo colocamos.
-...
-Y no te olvides que necesitamos el boleto de compraventa con firma certificada por escribano. Sino, no hay medidor.

(...)

Los tres puntos suspensivos de más arriba representan mis elucubraciones para dar a este relato un final jocoso. Un cierre ocurrente, chispeante. Pues no puedo. Sólo me salen conclusiones de índole nacional socialistas. Y eso está mal visto, incluso por mí misma. Así que esto es todo. Buenas tardes.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Así quiero


10.15
-Hola, pá.
-Hola. Me dijo mami que la casa está quedando como un chiche.
-Sí, por suerte. Ayer terminamos de pintar. Nos quedan los zócalos.
-¿Y la caldera? ¿Qué pasó con la caldera?
-Pusieron la de tiro forzado y sacaron la chimenea.
-¡Menos mal! ¡Qué suerte!
-Sí, esta quedando lindo. Hasta el color me gusta ahora.
-¡¿Qué?! ¡¿Con todo lo que jodiste?!
-Sí, ahora me gusta. El sol y el viento le sentaron bien al color. Ahora queda lindo.
-Bueh. Meno, chau.

***

14.00
-Pido la palabra, señor presidente.
-Tiene la palabra, concejal.
-Esta ordenanza se está votando a las apuradas y sin análisis. Eso es todo lo que tengo para decir.
-Pido la palabra.
-Tiene la palabra.
-Coincido con el concejal preopinante. Mucho se habló de hacer un sistema de separación de basura en origen a modo de "shock" y el único "shock" exitoso que yo conozco es el del jabón de Susana Giménez.

***

16.00
-¿Cuántos caracteres querés?
-¿Cuál es el título?
-Que Covelia se va a hacer cargo de la basura.
-Cuatro mil, cinco mil.
-Me pasé, tengo seis mil.
-No importa.

***

17.00
-Mami, tenés que ver a una tal Marta Moreno. Decile que vas de parte mía. Que nos haga precio.

***

17.45
-Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz...
-¡Cómo duerme esta nena!
-Sí, duermo, chancho. No molestar.
-Me voy a correr. ¿Antes del curso vamos a ver al nenito?
-Sí. Duermo. La gente duerme.

***

19.10:
(Este post está dedicado a mi amigo Mario Minervino, que me pidió que actualizara el blog. ¿Vale así? En definitiva, es costumbrismo en su estado más puro. En bruto. Al instante, como se hace en muchos blogs; con flashes informativos y todo. Qué vá ser: tengo calor, sueño y ganas de tomar leche de coco. Pero directamente del coco, ¿eh? Y con una pajita. Así quiero.
)

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Ya está: me aseguré


No hay peor olor a caca que la de un adolescente. La de un adolescente genérico que se podría llamar Patricio. El peor olor a caca lo produce un adolescente: Patricio.

***

Para lograr paz interna hay que ser bueno.

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Ir al médico no tiene sentido si no se juntan tres o cuatro enfermedades que requieren atención. Total, a partir de la primera visita vamos a tener que volver varias veces más: observación, estudios, análisis de estudio, diagnóstico, tratamiento, final de tratamiento. La consulta debe rendir.

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Celebrar que se quiere a alguien puede estar bueno.

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La hamburguesa con queso de McDonald's y los capelettinis son riquísimos.

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"El amor es libertad" (Mona Lisa)

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Los que viven en casas desordenadas y tienen una fina película de polvo sobre el calefactor son más felices que el resto.

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Si se aclara, no está mal robar las fotos del blog de un ruso virtuoso y genial.

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Hay que perdonar y entender a los hijos de puta, a los Malos. Cuesta, pero garpa.

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"Para que el pelo quede limpio es indispensable darse dos lavados de shampoo. Eso sí, el primero debe ser con un producto ordinario; el segundo, con uno de mejor calidad" (la Asesina).

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Sólo se puede cambiar una realidad si cambia una, decidida e individualmente.

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El zapallito también se come crudo. En tiritas.

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No está mal dejar de producir por un rato.

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El color "Arena de Sudán" para pintura exterior es una mentira de la empresa Alba. Debería llamarse "cremita". La paleta de colores de Alba no es confiable.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Salpicret

-¿Ustedes se acuerdan del nombre de sus tatarabuelos? No. Bueno, tampoco sus tataranietos se van a acordar del de ustedes. Así de insignificantes somos.

El que nos dijo esto también incluyó el concepto de "salvación divina". Pero lo de la nada histórica, reconozcámolo, estuvo bien. Libera de responsabilidades, qué tanto. ¡Se aprueban materias sin estudiar! ¡Hay que avisar! Sobre todo con música y vino, como ahora con Portishead y una copa que abarca toda mi trompa (más un pollo con papas dorándose en el horno), se puede mirar la ventana llena de edificios y ser un puntito de salpicret sin temor al patetismo. La historia no nos necesita, sepásmolo. ¡Pero hay más!: tampoco hay que preocuparse por la sarasa estúpida y cotidiana. Así que si el pollo se quema... Déjenme de joder. Yo quiero dormir.

Los spa deberían fomentar esta clase de sensaciones.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tomátelas


Hace diez minutos entré a la verdulería de siempre. Había salido a caminar, estaba transpirada y sólo tenía una moneda:

-Hola, como andás. ¿Me alcanza con 50 centavos para un tomate?
-No -me dijo el verdulero, corto.
-Mirá que necesito uno solo, pasado y chiquito, para usarlo como salsa arriba a una porción de lasagna -mendigué.
-No. A lo sumo te alcanza para una mandarina.

¡Qué hijo de puta! ¡Le compro pasto día por medio! Pensé que me iba a decir que se lo pagara después o que sí, que me alcanzaba para un tomate podrido y jajaja. ¡El tipo no le vende espinaca ni a Popeye! He visto cajones de fruta descomponerse en su vereda. ¡Pedazo de forro!


Aclaración: La autora del blog "El que de Lelé" está nerviosa. ¿Por qué? No por algo grave, precisamente, sino por el estrés que ha representado el fiasco del color "Arena de Sudán" en el frente de la casa (la autora aprovecha para mandar a Alba a la concha de su hermana) y el todavía no resuelto modelo de su vestido blanco, entre otras razones de la misma calaña.

viernes, 31 de octubre de 2008

Malos

Cuando mi ánimo no supera el tamaño de un jején tiendo a ser más vulnerable a los Malos. ¿Nunca lo conté? ¡Ah! ¡Hay Malos! ¡Sí! ¡Malos! Yo me di cuenta hace poco. Los Malos son los que dañan por gusto. Los que se ríen de lo que al otro le da diarrea o estreñimiento. Los que ningunean y después no se acuerdan y apelan a la miseria ajena. Suelen ser estéticamente neutros. O sea, ni muy lindos ni muy feos, lo que los habilita a reirse tanto del rengo como de la gorda que cruza la calle. Conozco una persona así y, believe it or not, tratar con su maldad fue para mí casi tan devastador como descubrir el amor.
-Te molesta la maldad porque la reconocés en vos misma -me dijeron hace poco.
-...

lunes, 27 de octubre de 2008

Freudito


El viernes la presidenta decía que eran las 23 en el living de Ana. Sentados como colicué sobre almohadones, tres pensadores y yo formábamos una macumba alrededor de dos pizzas de la Cooperativa Obrera y tres Heineken de litro. Jorge Drexler susurraba Uruguay de fondo y yo tenía preguntas para Celina, recién licenciada en Psicología y fundamentalista freudiana:

-¿Qué onda con el complejo de Edipo, el Electra y la mar en coche?
-El Electra no existe. Es el Edipo. Y el Edipo no tiene nada que ver con toda esa pelotudez de la nena enamorada del padre.
-Te escuchamos...
-¿Vos querés que te lo explique sin vueltas?
-Sentite cómoda, por favor.
-El Edipo es la sensación que a vos te produce el hecho de haber nacido sin pene y con una copia amorfa e incompleta: el clítoris.
-Ah, mirá.

Como se sabe, Freud explicaba los berrinches adultos internos y externos a partir del sexo, la infancia y el sexo en la infancia.

Lo que no entiendo es cómo nunca nadie cuestionó lo obvio. ¿Es que ya es sabido? ¿Soy una moga oligofrénica o al revés, alguien me debe un premio y mucho dinero? Me acabo de fijar en Wikipedia y la curiosidad prendió fuego: Freud era el mayor entre cinco hermanas y mandó a quemar (dos veces) todos sus escritos personales de la infancia.

Entonces, ¡por Dios!:

¿Qué le pasó a Freud cuando era chico?

martes, 21 de octubre de 2008

Me retracto


Quizá el rojo no me queda tan feo.

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Sí hay gente mala. Mala.

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A los 15 no sabía "todo" sobre la vida.

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Si me casara, a-lo-mejor, quizá, en una de esas y sólo parodiando la escena, bailaría el vals. Lo mismo correría para la típica foto bajando la escalera.

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La Asesina y el Pelado, mis padres, sí manejan algunos conceptos sobre construcción y valor del dólar.

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La alegría crónica es factible.

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No todos los fiambres son comida de descerebrado. El queso puede ser pasable si está caliente. Y el paté es muy rico. Eso sí, tiene que ser ordinario, untarse sobre Criollitas y acompañarse con un buen tinto. Y comerse los viernes, a eso de las 21.

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El cine francés no siempre es un embole. Tampoco el yanqui.

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La mafia rusa, Bin Laden y Nazarena Vélez no son la peor bazofia del planeta. La soberbia de los ignorantes y mediocres es peor.

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El color "Arena de Sudán" puede estar bien para el frente de una casa.

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Alguna que otra vez, en condiciones de lo más adversas y estando muy confundida, puede ser que haya sobrereaccionado.

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Mi hermano El Jhony tiene algunos momentos de lucidez.

***

Este blog nunca avanzará.

sábado, 18 de octubre de 2008

Viví Buenos Aires


Hace un rato llegué a Bahía Blanca después de tres días en Buenos Aires en calidad de observadora de mi increíblemente bello sobrino Benjamín y, ya que estaba, de la ciudad. Y a ella, la ciudad, la encontré en cinco escenas que, bueno, cómo decirlo, bien podrían tener sesgos nacional socialistas. Sin embargo, no es mi intención sugerir que BA "es" así ni que yo vivo en un lugar ideal donde se juntan los hijos pródigos de Santa Clara y San Francisco de Asís, sino que en semejante mole de revoque se acumula un mayor porcentaje de esto:

I. Turista.
Plaza de Mayo. Un tanque, siete móviles de la Policía Federal, dos camiones de bomberos, 40 metros de rejas blancas y cientos de oficinistas tomando un descanso esperan 451 manifestaciones que, se supone, llegarán en instantes. Y hasta quizá todas juntas, según dice por walkie talkie un petiso con urgente necesidad de Alplax. 20 efectivos de vaya a saber qué fuerza forman un vallado humano frente a la Casa Rosada. Un turista se ubica delante de ellos y les muestra su espalda anglosajona mientras una chica rubia, alta, flaca y sin formas le saca una foto.

II. Paloma.
Atestado shopping Alto Palermo pre día de la Madre. Terraza. Yo, mi alma, y una insulsa hamburguesa de Mc Donalds. Floggers y otros adolescentes de colegio de 1.000 pesos la cuota almuerzan lo mismo. Una paloma enorme con ganas de ser pollo pasa a cinco centímetros de la cara de una chica. Ella sigue obnubilada con el pantalón chupín fucsia que se acaba de comprar.

III. Imitador.
Cachetón de cuatro años no tuvo clases en el jardín y viaja en subte con su mamá. Sonríe. Aparece un nene de su misma edad y deja estampitas en las rodillas de los que van sentados como ellos. El nene de las estampitas va. Vuelve con la mano de cinco centímetros en forma de cuenco. La mamá del cachetón le da unas monedas y se queda con las imágenes de la Virgen. Cinco minutos más tarde, el cachetón le saca una a su mamá y me la pone a mí arriba de la rodilla.

IV. "Evento"
Almuerzo con Pili en un restaurant que se llama "Tea Conecttion" y queda, como no, en Puerto Madero, donde trabaja mi exitosa amiga. El dique a tres metros, mesas de aluminio, angloparlantes otra vez, oficinistas prósperos, semillas de sésamo. Un Labrador, silencio y "el Faena". De repente, hablando de cualquier cosa y por primera vez en años, se me escapa una palabra que odio: "evento".
-Es el lugar -coincidimos con Pili.

V. Diario.
Estación de subte Catedral, diario La Razón gratis. La Bolsa mal, Madonna separada y mal, Maru Botana mal. Una, dos, tres estaciones más tarde, aparece otro nene del gremio de las estampitas. Sin embargo, este viene sin nada: sólo quiere que le entreguen el diario ya leído durante una, dos, tres estaciones para vender el papel. La mujer sentada al lado mío esconde su ejemplar adentro de la cartera.

lunes, 13 de octubre de 2008

Post moderno

Si hay algo de lo que me enorgullezco es de que siempre he tenido las mismas amigas. Pero la puta, che. Ayer veníamos cuatro en un auto, divertidas, sorprendidas porque habíamos conocido al primer hijo de una de nosotras (el de Guada, que además de primera madre, fue la primera en tener tetas), cuando me trataron de Susanita.

-Aceptalo, sos Susanita -dijo Pili, muy cool ella, manejando auto nuevo, con su pelo larguísimo al viento, bronceada y resuelta, a punto de ir a una fiesta electrónica cuya invitación, claro, le había llegado por facebook.

Acepto el mote, pero a regañadientes. No sé qué es lo que hace a una persona moderna, pero yo estoy convencida de que lo soy. ¿Por qué?

1. Porque escucho Radiohead compulsivamente, además de música africana, hindú, portuguesa y, por supuesto, inglesa, de autores casi desconocidos a los que accedo gracias a la compra de la revista Rolling Stone y a Esteban, que baja todo con e-mule. Esta sana costumbre me hace moderna, Pili.

2. A pesar de la crianza de la Asesina, en la que la limpieza extrema del hogar fue prioritaria, mi casa no deslumbra por su pulcritud, aunque sí por su encanto, buena onda y estilo colorido. Además, tengo una tetera diminuta con letras chinas que me regaló un diplomático de Taiwán. Tanto la mugre como la teterita me hacen moderna, Pili.

3. Tengo un par de zapatillas John Foos. Uno solo, del tipo austero y elemental, pero John Foos. Moderna, Pili.

4. He disminuido el uso del insulto "tarambana". También el de la palabra "calaña" para referirme a una clase de persona de escasa virtud.

5. Muy de vez en cuando cometo una semi ilegalidad.

6. Sé cocinar fideos de arroz, comí sushi y he visto musulmanes rezando arrodillados sobre una alfombra.

7. Asumí mi condición de exagerada y la volví a mi favor con ondulante y sorpresiva gracia, autoparodia y altura. Modernamente.

¿Ha visto?

jueves, 9 de octubre de 2008

El color del frente


10 horas.
-Qué tal, papi. ¿Alguna novedad?
-No, todo bien. Me compré el DVD.
-Ah, qué bien. Nosotros estamos decidiendo el color del frente.
-Ojo con los colores oscuros que atraen el calor. Lo mejor es el blanco.
-¿Sí? Bueno.
-Meno, chau.

***

13 horas. Dos canelones de verdura.
-Te lo digo a vos, Maru. Estoy re caliente. Hace un rato lo pateaba a la mierda. Y se lo dije: "Todo esto me está poniendo mala. Mala". ¡Es que me tiene podrida!

***

17 horas. 6200 caracteres.
-Hasta mañana.
Vuelta en la línea de subte imaginaria. Yogurt, tostadas y mini siesta. "El hombre".
-¡¡¡Amecto!!!
-¡Pero si ya estás recibiendo amecto!
-Nunca es suficiente. ¡¡¡Amecto!!!

***

19 horas. Caminata. 12 de Octubre, entre Paraguay y Salta. Señora escucha a Chiche por la radio.
-Hace 23 años que trabajo acá. La gente varía de un año a otro. Antes agosto estaba vacío, pero después se llenó, por ejemplo. ¿Cómo es tu apellido, querido?
-N.
-¡Ah! ¡Pero si te conozco de chiquito! No te había reconocido. ¿Y el tuyo, querida?
-Rodríguez.
-Ah.

***

21 horas. El color del frente. Photoshop.
-Si te vas a poner a boludear con el verde me voy a la mierda.
-¡No, mirá!
-A ver, fijate con blanco. Qué querés que te diga: a mí me gusta el blanco.
-Se te metió en la cabeza que los colores no, que lo térmico y no sé qué y ahora no querés escuchar nada que no sea blanco.
-¿Vos te pensás que yo no tengo opinión propia? ¿Que repito como un loro? Para que sepas, estuve pensando mucho en el color del frente. Y es importante que sea claro. ¡Los colores oscuros atraen el calor!

lunes, 6 de octubre de 2008

Vienen con alegría

No quiero hacer un post ateo ni sacrílego ni nada que termine de disgustar a mi mamá, que es muy católica. De eso, de disgustarla, ya me encargué durante la adolescencia, cuando a los 15 le dije que no sabía nada de la vida ("No sabés nada de la vida", le dije), cuando le puse el apodo "Asesina" o cuando le pedí que se dejara de romper las pelotas con la pascualina y me hiciera papas fritas, milanesas o "comida acorde a mi edad". Por eso, porque crecí y ya paso la aspiradora como ella me enseñó, es que ahora me rehuso a escandalizarla. Sin embargo, hoy debo referirme a las canciones de misa.


* Vienen con alegría, señor, cantando vienen con alegría, señor, los que caminan por la vida, señor, sembrando tu paz y amor.

Mi novio Esteban y yo recordamos con asombrosa exactitud letras, melodías y hasta falsetes. Mario, Javier y Vero, tres amigotes de la redacción, las comparten conmigo mientras se hacen las páginas cinco y seis del diario local.

* Es hermoso ver, bajar de la montaña, los pies del mensajero de la paz. El señor llamó a sus discípulos. ¡Los llamó de dos en dos! Es hermoso ver, bajar de la montaña, los pies del mensajero de la paz.

Ayer volvíamos de Monte y Esteban (no yo, mami) decía que son melodías alienantes, que operan a modo inconsciente. Algo así como los Backyardingans para los bebés: mantras.

* Santo santo santo, santo es el señor, Dios del universo, santo es el señor... ¡Hosanna en el cielo, hosanna en las alturas, bendito el que viene, en el nombre del señor! ¡Hosanna en el cielo, hosanna en las alturas, bendito el que viene, en el nombre del señor!

Mis amigas y yo hicimos la secundaria en La Inmaculada y ahí se aprende una canción sobre la patrona del colegio que, bueno... No quiero decepcionarte más, mami, pero tengo que confesar que alguna vez, hace muuuuuuucho, la hemos cantado Pili, Chilli, Ana, Agus, Juli... Todas juntas, borrachas, a los gritos, desafinando, corriendo por las calles en verano. Sí. Qué va ser. Pero mirá, no te aflijas, al final no me fue tan mal. Si hasta tengo blog, fijate.

* A Juaaaaaaaaaaaaaaaaaaana, De Lestonaaaaaaaaac, esta canción, por su amor... A Juaaaaaaaaaaaaaaaaana, De Lestonaaaaacc, esta canción, por su amor... Por su amooooooooooorrrrrr...

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Por su amooooooooooooooorrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!

miércoles, 1 de octubre de 2008

Miedo


¿Por qué cada tanto nos cambiamos de silla? Yo lo hago cada cinco años. Es que en el juego de la silla, cinco años son suficientes para apoyar el traste en otro asiento y volver a empezar, como diría el hombre sin ningún talento, Alejandro Lerner. Lo notable es que la transición trae consigo síntomas de lo más extraños. Uno de ellos es el miedo. Ya saben, "ese" miedo. El lúdico. No el real, el que a mí me da cuando sueño con yararás, violaciones o los robos de un violador que anda con yararás, sino el miedo que los gurúes de autoayuda llaman "crecimiento", "riesgo", "desafío". Produce distintas reacciones:

1. Caca. No quiero explayarme en este punto, pero entiéndanme: hablo de caca.

2. Retorcijones en la panza.

3. Abandono de la comida como medio de supervivencia.

4. Muerte.

Como sea, de lo que aquí se habla es de un lugar común: "la sal de la vida". De eso que hay que vivir para, digamos, vivir. De lo contrario, estaríamos ante un caso de aburrimiento, desazón, agorafobia y apatía crónicas.


Aclaración: no pensaba decir que el bebé de más arriba soy yo cuando niña, pero lo voy a confesar para mostrar la clase de persona que es mi amado concubino, E. Apenas vio la foto, se rió y dijo que me parecía a Touefujonlsgfson...
-¿¿¿A quién???
-¡A Tor Jhonson!

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El sillón maldito

En la casa de mis viejos hay un sillón maldito. Está en el living, mirando de costado al televisor. Su maldición se activa ante la presencia de mi hermano Pablo, prestigioso médico, fanático de la tecnología de los respiradores y vecino del porteño barrio de Belgrano. Cada vez que viene de visita a Bahía Blanca y desde tiempos inmemorables, Pablo sufre las consecuencias de terribles conjuros: basta que se siente a ver televisión, leer todos los tomos de la enciclopedia Larousse (lo hizo de chico) o escuchar Pink Floyd en los discos de vinilo de mi papá (también lo hizo), para que alguna pequeña criatura se le caiga encima. Hay pruebas:

Esta foto fue tomada durante la última Navidad. Como se puede apreciar, Pablo intentaba deleitarse con una receta del canal Gourmet cuando una de estas criaturas se le tiró encima. En este caso fue una de nombre Benjamín munida de un extraño muñeco de origen francés devenido en trapo rojo.

***

Aquí la prueba de la durabilidad del conjuro. Pablo, hace unos 26 años, escuchando música con vistosos auriculares y anteojos, antes de que el sillón fuera retapizado. Por entonces la maldición se manifestaba a través de un sujeto de cabellera amarilla tupida, una criatura sigilosa, culona y paticorta.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Sobre cómo detectar el mal aliento

Me siento en la obligación de aclararlo: hay gente con cara de mal aliento. No me refiero a los clásicos olores a cebolla, ajo o mondongo a la española, sino a las caras, a esos rostros que emanan aromas nausabundos de sólo mirarlos. Porque a lo mejor esta pobre gente huele a jazmines, pero la cara dice otra cosa. Y ojo, que todos nos levantamos a la mañana y yo también y todos los días, ¿eh? Pero algunos, sencillamente, no lo tienen resuelto. Ni siquiera siendo famosos y codiciados:

Pablo Echarri. No niego que tenga aspecto de macanudo, barrial y copado. Pero su aliento... ¡Mamita! Es como si respirara demasiado. Como si se la pasara exhalando.

Nazarena Vélez. Estoy segura de que no le gusta lavarse la boca. Además, se frota tanto los dientes con la lengua... Eso no puede estar bien. Debe tener aliento a baba.

Angelina Jolie. Es hermosa y le dá un hijo tras otro al ser más zarpadamente bello y desaliñado que camina sobre la tierra. Pero está cada vez más flaca. No come. Y la gente que no come libera mucho jugo gástrico. Como los sapos. Ella tiene lo que comunmente se llama "vacío", eso que a todos nos dá cerca del mediodía en el trabajo. Angelina Jolie tiene aliento a hambre.

Lenny Kravitz. Las manos de Perón nunca fueron encontradas porque están adentro de la boca de este hombre. Toda la onda, algunos buenos temas (sobre todo los viejos) y más onda, pero una de las caras de mal aliento más conocidas del ambiente. Para el que llegó hasta acá, dos aclaraciones:
1. El origen de estas reflexiones corresponde a mi hermano El Jhony. Desde que yo era una nenita con zapatos ortopédicos me metió la idea de la "cara de mal aliento".
2. Pensaba hablar sobre el ombligo de Lenny Kravitz. La revista Rolling Stone lo hizo hace poco y me parecía que tampoco lo podía dejar pasar. Pero ya me estoy excediendo, ¿no? Y yo había prometido ser mejor persona. Seguiré intentándolo. Gracias.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Tarambana

Ya está. Hoy se dio. Me lo pidió la esposa de un primo, Ivana, y dije que sí enseguida. Como si hubiese sido una propuesta laboral soñada, un viaje a la India, el Quini 6. Ivana me ofreció ser princesa.

Lo necesitaba para su hijita de cinco años, María Miel, que festejaba en una casa de fiesta. Así que calcé vestido rosa, corona de cotillón y vergüenza y salí. Me presentaron como "la princesa". Así, sin más. Las nenas hacían fila para que les pusiera brillo en las mejillas, María Miel me daba la mano, los varones deambulaban. Bailes en ronda. Hadas. Gasa y rosa. Y los comentarios:

-¿Es verdad que vivís en un castillo?
-¿Es cierto que saliste de un cuento?


Hasta que de pronto se acercó una sobrinita segunda de otra rama de la familia: Emilia. Y fue esta nena, Emilia, que algún día será jueza igual que su mamá, la que me sacó del estado tarambana en el que me encontraba y devolvió a la calle, a la crisis de la bolsa de Estados Unidos y al Indec. A Florencia Kirchner en su viaje de agresados y a la campaña de tránsito de Breitenstein. Desde su pequeñez, cuyo límite no dista demasiado del mío, Emilia me pidió que me acercara y dijo:

-Es lindo ese vestido, Maru.

viernes, 12 de septiembre de 2008

¿Por qué no te callas?

-Yo las amo a las dos.

***

-Vamos a ver.

***

-Si te sentaras en las rodillas de los tipos no tendrías tantos problemas.

***

-Sépanlo: toda la vida van a ser pobres.

***

-La próxima vez, te cocino.

***

-Tu examen de conducir no pasa. Volvé la semana que viene.

***

-En cinco años no hiciste nada que valiera la pena.

***

-Te estás desubicando.

***

-Eso, eso, esto, eso del periodismo... Es una mentira.

***

-Disculpame, pero me sale decir lo que me pasa. Soy una persona sincera.

***

-Vos hacé lo que quieras, pero yo no estoy de acuerdo.

***

-¡Pero cómo no voy a preferirlo, si es el único que me quiere, que me dá satisfacciones!

***

-Faltó estudio. Usted está desaprobada.

***

-A veces no tengo ganas de estar con vos.

***

-¿Me estás amenazando?

***

-Hay que ir, cobrar e irse.

***

-Siempre que aparecés vos, hay quilombo.

***

-¡Ya lo sabemos todos! ¡Vas a terminar siendo la secretaria de un doctor!

***

-Tenemos que hablar.


(Frases de mierda dirigidas a mí u otras personas, tanto en ámbitos laborales como universitarios y camas, comedores diarios y charlas de mate de verano. Con el aval del rey Juan Carlos de España, a todas les habría quedado bien la misma respuesta: ¿Por qué no te callas?)

martes, 9 de septiembre de 2008

Prognáticos

(Antes de empezar este post, quiero aclarar que la versión original fue modificada. ¿La razón? Era un poco fuerte; "bestiún", según mi amiga Chilli. Así que decidí suavizarla con un poco de humanidad. Procuraré ser mejor persona. Gracias.)

Y ahora sí, el post:

Hay famosos prognáticos. Y lo viven sin vueltas. No como yo que me averguenzo de mi miopía, una pronunciada escoliosis o un ocasional quiste sacro coxígeo.


No es que me haya vuelto una médica frustrada que usa términos difíciles: lo del prognatismo, que no es más que la mandíbula de abajo desalineada, me llama mucho la atención. El emblema lo encarna una actriz inglesa, Keira Knightley, una pibita muy- lin-da con importante cenicero de moco.


Acá en Argentina también tenemos prognáticos. Además del consagrado César Banana Pueyrredón, está el lector Iván de Pineda:


Sin embargo, el más famoso prognático de la historia es Carlos I, un rey que le hizo la cochinada a cuanta prima y hermana se le cruzó y dejó un país (España) lleno de prognatismo. Tan es así que lo de "papamoscas" viene por ese lado: parece que el hombre andaba con la boca tan abierta que se le metían bichos. Vos fijate.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Monerías lingüísticas


Hace poco inicié un ciclo de mala muerte sobre usos y expresiones del lenguaje. En esta ocasión me voy a referir a las monerías lingüísticas desgastadas por el uso, es decir, a los nunca del todo mal ponderados lugares comunes.

* "Abigarrada multitud"
* "El bello sexo"
* "La cuna de la civilización"
* "Distinguida familia"
* "Ensordecedores aplausos"
* "Expectante silencio"
* "De fuente bien informada"
* "Sobre gustos no hay nada escrito"
* "Impenetrable silencio"
* "Pagaron justos por pecadores"
* "Luctuoso silencio"
* "Lluvia impenetrable"
* "La madre naturaleza"
* "El nido de amor"
* "Como la palma de la mano"
* "Risa contagiosa"
* "Caballito de batalla"
* "Diamante en bruto"
* "Ironía del destino"
* "Manzana de la discordia"
* "Nutrida concurrencia"

Tras armar este listado con el sudor de la frente, debo decir que me he quedado sin aliento. De tal modo, después de trabajar como una negra y no sin hondo pesar, esta fiel sirvienta ha decidido abandonar el barco y dejarlo en manos de algún comentarista deseoso de arrancar aplausos.

domingo, 31 de agosto de 2008

Tan loca II

-Cuando era chica quería todo lo que veía -dice Anita.

* El recorrido de la línea 503 terminaba a media cuadra de su casa. Conocía de memoria el ritual del colectivero: el hombre se bajaba, descansaba unos minutos, miraba las gomas y seguía. Un día Anita no se aguantó:
-Señor, ¿me deja mirar las gomas a mí?

* Quería más plata de la que le daban los padres y encontró la solución. Juntó las piñas de los pinos y salió a venderlas por el barrio. El barrio es un parque y se llama Palihue. Puso una mesita en la vereda y esperó que alguien frenara y comprara. Que comprara las piñas de los cientos de pinos que hay en el lugar. Como no tuvo éxito, Anita salió a vender casa por casa. No funcionó. Intentó con los limones del limonero de su patio. Hasta con limonada. Su mensualidad nunca creció.

* A Anita le gustaban los zapatos que yo usaba. Un día le pidió a Mirta, su mamá, que le comprara unos iguales. Eran de cuero, rígidos, número 21, con un agujero en la parte donde empiezan los dedos del pie. Eran zapatos ortopédicos.

* Las casas del barrio le generaban curiosidad: adónde daban pasillos y puertas, cómo eran los patios, el olor de los comedores. Tampoco se aguantó y salió a pasear por el barrio.
-Señora, ¿me deja mirar su casa por dentro?

Anita "fue" mi infancia. Menos las gomas del colectivero, compartimos todo: puestos ambulantes, vereda, zapatos y paseos por el barrio. La foto es del 21 de agosto de 1985, mi fiesta de cumpleaños. La de la punta, de vestido rojo y zapatos ortopédicos, esa soy yo. Anita es la rubia despistada de la izquierda, la que mira hacia donde nadie más mira. Ahora es cantante lírica.

jueves, 28 de agosto de 2008

Tan loca

Mi amiga Pili está tan loca... Si ando con insomnio, me regala pijama y pantuflas blancas para contrastar la oscuridad. Si un desengaño engaña mi estómago, se olvida de que no sabe cocinar y me prepara dos milanesas de soja con arroz Máximo. Pili está tan loca que pretende quererme tanto como yo la quiero.

Ayer me lo dijo con todos estos larguísimos mensajes de texto, desde Buenos Aires:

-Hola. Necesito saber si querés que te compre la entrada para Madonna. Toca el seis de diciembre. Avisame que compro en pre venta.
-No, Pili. Este año no puedo nada de eso. Pero muchas gracias.
-Te la regalo. No podés perdértela. Te juro que te la regalo. Y parás en casa. Daleee...
-No, son muy caras. Pero gracias, amiga. Estoy sensible y me dan ganas de llorar con tu gesto.
-Voy a comprar las más baratas. Aceptá mi regalo. Por favor.
-¡Pero no dá! En serio, muchas gracias.
-Basta, te invito yo. Es la más barata. No estoy gastando plata. Así que andá preparando las ganas de bailar. La vamos a ver casi como un duende de chica, pero al menos la vamos a ver. Sólo te pagarás los pasajes. Ahorrá 300 para eso y si no buscamos un auto. Te quiero y no pienso verla sin vos. Besos.

Mar del Plata, 2003. Pili ya se había tomado la primera cerveza. Yo insistía.

domingo, 24 de agosto de 2008

Hacerse la Ventana


Acabo de volver de Villa Ventana. Últimamente me cuesta Bahía Blanca. Todavía no me duelen las piernas de la escalada. A lo mejor más tarde. ¿Tenemos Diclofenac? Siempre que se vuelve de un paseo por sierras/montañas, aunque se trate de un lugar visitado en 456 oportunidades, se planean alternativas de ingresos con cabañas en alquiler, alfajores caseros o vizcachas al escabeche. En Villa Ventana, por ejemplo, no hay fábrica de pastas. Bah, está Mariel, "la gordita", según el kiosquero de la entrada. Pero lo que se dice fábrica de pastas, no hay. ¿Y si nos hacemos la Ventana?

sábado, 16 de agosto de 2008

Ego


Amabilísimo, mi hermano El Jhony me llamó ayer para preguntarme cómo llevaba migranproblema. Sin eufemismos, estoy atravesando un momento de mierda y no puedo hacer reir ni a un delfín. Por eso me llamó mi hermano, que tiene gran panza y corazón, pero también un ego gigante. Enorme. Hasta él se ríe de lo egocéntrico que es. Ayer también me preguntó qué pienso hacer para mi cumpleaños, que es dentro de cinco días, y aprovechó para levantarme el ánimo.
-No te das una idea la sorpresa que te tengo -me dijo-. Te vas a caer de culo. Vas a ver.
-Qué bien. Ojalá te hayas puesto en gastos.
-No, bueno... En realidad el regalo es para mí. Cambié el auto. Pensaba darte la sorpresa el jueves.
-¿?

lunes, 11 de agosto de 2008

Una preguntita

Rafael es portero y está preocupado. El ascensor anda mal últimamente. Sábado a la noche, se traba en el décimo piso. La pucha, otra vez. Look de personal trainer del subdesarrollo: remera ajustada, gorrita con visera adosada. 63 años, apariencia de 20 menos, macanudo. Rafel le dice a su mujer, Nilda, también portera, ya vuelvo. Voy a ver el ascensor y vuelvo enseguida. Rafael llega al diez. Intenta destrabar el ascensor. Está complicado, che. Tarda. Tarda. Nilda lo va a buscar. A lo mejor necesita ayuda. Nilda llega al pasillo del diez. Gorrita en el piso y puerta del ascensor abierta. Nilda se anima y asoma al pozo. ¿Estás ahí? Corridas. 911. Policía. Bomberos. La linterna. Luz en el fondo del pozo del ascensor. Aparece Rafael en la posición que tenía antes de nacer.


Una preguntita:

¿Dónde está la oficina de reclamos? ¿Hay una oficina de reclamos? ¡Qué desorganización, por Dios! ¡Que alguien aclare algo! ¿Se supone que tenemos que entender? ¿Hay alguien que entienda? Usted dice que sí, a ver, por favor, acérquese. ¿Cómo es esto? ¿Nos piensa tener caminando a su ritmo mucho tiempo más? ¿Es que basta con aprender a bailar alguna macumba? ¿Hay que empezar a leer sobre reencarnación, la Biblia, el prospecto del Alplax? ¿Tenemos que romperle el cuello a un pavo? ¿Usted sería tan amable de explicarnos cómo es esto? A ver, usted, sí, el que dice que entiende. ¿Cómo es esto?


(Junto con Nilda, Rafael era el portero del edificio en el que vivo. La gorrita apareció a un metro del felpudo que compré en Wal Mart, en el piso diez, 20 minutos después que me fui al cumpleaños de mi hermano, pasadas las 9.30)

viernes, 8 de agosto de 2008

Aprendiendo con Iomi

Finalmente conocí en persona a Iomi. Metódico, me llamó al celular dos veces por semana desde que hablé de él acá. Y ayer me dije:
-Vamos a ver si sigue igual el basural de este pobre viejo.

Lo pasé a buscar en un taxi con un fotógrafo. Iomi me esperaba en la puerta de un edificio céntrico. Jubilado desde hace unos 15 años, tapado gris, fornido y derechito: una heladera de aluminio. Abrió la puerta de adelante del auto y ni me miró.
-Agarrá Colón derecho -le dijo al taxista.

Llevaba un audífono y carpetas con notas de diarios. Se dio vuelta como se dan vuelta los viejos adentro de un auto: tieso, complicado. Me dijo:

-Ahhh, sí, sí... Usted va a aprender mucho. Va a ver. Yo le voy a mostrar.
-Iomi, mire que estamos apurados, ¿eh? Una vueltita por el basural, diez minutos y volvemos. ¿Le parece?
-Sí, sí, el basural. Pero ahí está el club marítimo. Los pescadores. El gran proyecto del intendente Puente. Sí. La basura a los costados. Nivelaron el terreno. Un desastre.
-Bueno, pero acuérdese lo que hablamos antes. No se puede ver todo. Me muestra el basural, le sacamos una foto a usted en su terreno y volvemos.
-Yo le muestro. Después usted elige lo que le parece. Me gusta esto de las notas. Me gusta. Va a ver todo lo aprende. En unos años va a aprender muchísmo. ¡Montones va a aprender!

Iomi le indicó al taxista cómo entrar al basural. Se bajó del auto. El fotógrafo y yo también. Había un perro atado a un alambrado, muy parecido a Huesos, de Los Simpson. El animal estaba tan afónico que no se escuchaba todo lo que ladraba, y era mucho. El fotógrafo lo soltó y Huesos salió rengo entre las bolsas de mierda. Creo que se frenó en una a comer algo. Mientras tanto, Iomi hablaba. Y se retobaba:

-No, fotos no. Yo soy un hombre muy reconocido. Soy de la inmobiliaria. Fotos no.
-¿Pero cómo no? ¿Me llamó por lo menos 15 veces para venir acá y ahora me dice que no quiere fotos ni nota ni nada? ¡Me dijo que le gustaban las notas, Iomi!
-No, nada. Poné "un importante empresario inmobiliario local".
-Ah, mire, ahora me dice lo que tengo que poner. -Empecé a transpirar. Quería dejarlo a dormir la siesta entre la basura.

Le dije al taxista que diera la vuelta. Iomi suplicaba:

-Espere, diez minutos que le muestro la pesca. Acá iban a venir los pescadores. Esto iba a ser un muelle. La basura. Nivelaron el terreno y dejaron la basura al costado. La próxima vez que salgamos a pasear le muestro más. Usted va a aprender mucho, ya va a ver.

lunes, 4 de agosto de 2008

Mi mamá, la "Asesina"

Mis hermanos y yo llamamos a mi mamá "Asesina". Se ganó el apodo porque hace muchos años no me quiso hacer la leche, la muy insolente. Mi papá, ella y yo habíamos ido a visitar a mis hermanos que estudiaban en La Plata y no me quiso hacer la leche, la muy insolente. Estaba tan encandilada con ver a sus entonces futuros m'ijoeldotor que claro, a mí, a la preadolescente conflictuada que se bancaba todos los días no le iba a hacer la leche, la muy insolente.

Entonces la miré de costado y le dije:
-Escuchame una cosa: ¿vos no me pensás hacer la leche a mí? ¿Vos me querés matar de hambre? SOS UNA ASESINA.

El cachetazo fue bastante fuerte, sí.

martes, 29 de julio de 2008

No a la masturbación pública

Basta. Me harté. Es la cuarta vez que me cruzo en la calle con alguien que se masturba. Que se masturba en la calle. Que se masturba adelante de la gente. Recién, recién nomás me acabo de cruzar al número cuatro en Alem al 1.000. ¡Al número cuatro! Pero empiezo por el número uno.

1. El episodio más traumático y peligroso. Yo tenía 13 años, era mediados de 1993, la una de la tarde. Salía del colegio La Inmaculada con un equipo de gimnasia azul San Marco y entraba a un gimnasio que estaba al lado del restaurant Gambrinus, en la cortada del Mercado Municipal. En ese momento apareció un tipo con una pregunta:
-¿Tenés idea dónde hay un cabaret? -Como todos los que tienen problemas sexuales, llevaba puesto una campera de jean.
-Eeehhh... No, no sé. Creo que hay uno acá cerca, Acapulco -El dueño era el papá de una compañerita, por eso sabía.
El tipo miró para atrás y entonces me dí cuenta de que estaba agitado. La vista se me fue sola para abajo: se le había escapado un pedazo de intestino grueso del pantalón y lo agitaba para arriba y para abajo. Dio media vuelta y salió corriendo.
Terminé en cama. Mi mamá y mi papá sintieron vergüenza y no hablaron del episodio. Pero recibí el trato de una enferma de mononucleosis: me dejaron mirar tele en su pieza y hasta sirvieron la cena en una bandejita.

2. Buenos Aires, siete años después. En Capital se usa sentarse en las plazas, en Bahía Blanca no. Estábamos con una compañera de la facultad (en Capital se usa "facultad", en Bahía Blanca no, se dice "universidad"), en la plaza que está entre la Biblioteca Nacional y Figueroa Alcorta. Donde hay una lomita. Resalto la lomita porque es ahí donde se erigía el mástil blanco. Uno que nos miraba.
-¿Qué hacés? -le preguntó mi compañera al mástil, que estaba a unos diez metros, tenía alrededor de 20 años y se reía. Y era blanco.
-Nada, las miro.
-¿Pero no te das cuenta que estás enfermo? -Mi compañera hacía circulitos con el índice al lado de la sien.
El mástil se reía. Terminó y se fue.

3. Pocos meses después, también en Buenos Aires, caminábamos con mi amiga Pili por Ecuador y Paraguay. A los 20 años (no) sabíamos lo que hacíamos, así que caminábamos de madrugada por Buenos Aires. Entonces se acercó un tipo con una novedad que hasta entonces creía imposible: se masturbaba caminando. Era circense lo suyo.
-Pili, el que viene enfrente viene agitando algo que no es una bandera.
-A la mierda. Tenés razón.
-¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!
Gritamos tres cuadras seguidas, riéndonos a carcajadas y llorando del susto, todo a la vez.

4. Hace un rato. Caminata por Alem, la de siempre, esta vez sin música porque se me había acabado la batería del MP3. Detalle mayor, porque pude escuchar el ruido que hacía el sacadito en cuestión con lo que había sacado. Se apoyaba en la verja de una casa como si fuera un auto. Y lo que tenía afuera era negro. Negro. El sacadito no me miraba a mí, sino a dos chicas que salían de la "universidad", que está a dos cuadras. Las chicas hablaban sobre parciales y no se dieron cuenta porque estaba un poco oscuro y los parciales. Tampoco tuve ganas de avisarles. Ni a ellas ni a la gente que venía atrás. Sólo le avisé a Esteban cuando llegué a casa:
-¡¡¡¡¡¡Otra vez!!!!!!!! -grité apenas abrí la puerta.

viernes, 25 de julio de 2008

Loqué la tenología

* Consigna: armar un suplemento por el aniversario del diario con notas de hechos importantes de hace 20, 40 o 110 años, que son los que se festejan el viernes 1 de agosto.

* Actividad: ver los diarios viejos en el archivo de papel del subsuelo. El lugar es frío y hay un silencio seco. "Estelita" está a cargo.

* Percance: en la gran mesa del centro, cuatro redactores y yo trabajamos entre antiquísimos y únicos ejemplares de historia bahiense. Al dar vuelta una página se me rompen dos centímetros de un diario del 4 de diciembre de 1913, el día que se publicó la visita de Teodore Roosevelt a la ciudad. Sigilosamente, deslizo mi mano al ras de la mesa y guardo el pedazo de papel en el bolsillo derecho de adelante del pantalón. Nadie se da cuenta. Por las dudas, alejo la taza de mate cocido.

* Epílogo: "Estelita" saca fotos desde distintos ángulos de la mesa.
-Hacía años que no venía tanta gente -dice.

martes, 22 de julio de 2008

Tener miedo hace bien

Hay que ejercitar la ira, el miedo y la angustia. Entre tanto refrito de autoayuda, resulta que hoy tenemos que vivir en un estado zen soñoliento y comer tres gajos de mandarina por día. Pero nadie nos dice la verdad, o sea, que la bronca se conoce por contraste con la templanza, que la imbecilidad existe en detrimento de la lucidez. Que una cosa no existe sin la otra y que nosotros somos la vomitada de todo eso junto.

Hoy merendé un gurú, así que voy a explicar cómo viene la mano.

Tener miedo hace bien. Hace un rato salí a caminar con el MP3 a fondo, lo suficientemente fuerte como para que me arrollara una Hilux sin que yo me inmutara. No pasó, pero igual me pegué un susto: del consulado de Italia de Rodríguez y Alem salió un perro negro, uno con ganas de labrador que para mí era un Rottweiler especialmente entrenado para matar y violarme. El episodio completo sirvió para que yo ejercitara el miedo, para que resolviera el susto de la semana.

Porque hasta fisiológicamente debe ser importante que se alteren las células de ese modo.

Lo mismo con la ira. La semana pasada entré al diario y uno de los mejores sujetos que camina ahí adentro pasó por al lado mío con un termo de mate cocido para ofrecerle una taza a todo el que quisiera y al que no. Se trata de uno de esos sujetos que no da lo que le sobra, sino lo que tiene. Pasó por al lado mío y siguió con su mate cocido hacia el mundo. Pero antes me preguntó.
-¿Estás bien?
-No.
-Claro que no, es normal, hoy es luna llena y se liberan emociones -dijo, y siguió caminando hacia su escritorio.
Tenía razón. Ese día me agarré una luna que ni les cuento. De hecho, no la voy a contar. Lo que vale es que hice el berrinche del mes. Del año. Y ya está: me enfurecí en nombre de la provincia de Buenos Aires. Ahora valoro toda la paz y sabiduría que me brinda este amable blog.

Lo mismo con la angustia. La soberbia. Los celos. La idiotez. La ingratitud. Sentimientos que todos entrenamos más o menos bien y seguido. Por eso yo, que soy depresiva, ególatra, mezquina, inmadura y necia, cuando tengo un berrinche lo vivo a pleno, lo exploto, lo hago saber: le cago la vida al o la que tengo al lado. Después renazco, me asumo y vuelvo a salir peor que nunca. Eso sí, siempre buena novia, amiga, hija y hermana y excelente cocinera de tartas de puerro.

Hace unos años, una pobre diabla que mentía sobre sí misma soltó una gran verdad sobre un supuesto amor perdido:
-En definitiva, todo este duelo me hace bien. Tanta angustia es una especie de movimiento emocional. Sino es como si estuviera dormida. Lo bueno de toda esta tristeza es que me hace sentir viva.

miércoles, 16 de julio de 2008

Somos todos hipocondríacos


Así como ahora preferimos blogs en lugar de cuadernos anillados, Firefox en lugar del Explorer, MP3 en lugar de walk man, milanesas de soja en lugar de bife, tapados de peluche en lugar de chinchilla, Radiohead en lugar de U2 y cera para microondas en lugar de la de la ollita, hoy acudimos al Alplax, al Rivotril, al clonazepán en lugar de al té de tilo. Al desinflamatorio en lugar del gimnasio.

Porque nos duele el cuerpo. Nos-due-le. Somos hipocondríacos y nos automedicamos. Somos la mismísima doctora Queen.

* El otro día Esteban sentía la garganta inflamada. Entonces llamé por teléfono a mi hermano Jhony, el cirujano.
-Ah, qué hacés -me dijo.
-Acá, en el diario. Me salió el herpes, pero no en la punta, sino adentro de la nariz. ¿Vas a ir a tu consultorio hoy?
-Sí.
-Bueno, en un rato pasamos porque a Esteban le duele la garganta. Llevo una bolsita.
Tres horas después estábamos muy sentados en la sala de espera. El Jhony llegó tarde, parcimonioso y con la cara hinchada de reciente siesta. Pasamos al consultorio y nos deleitamos con lo que en realidad habíamos ido a buscar: una repisa, un altar de fármacos con soluciones para todas las molestias, desde un hongo hasta un reluciente quiste sacro coxígeo. Saqué la bolsa y la empecé a llenar sin culpa, contenta porque había novedades. Un nuevo Milanta, por ejemplo, bebible, en una botellita parecida a la del Activia, útil tanto para la acidez como para la panza inflada (lo de "panza inflada" es un eufemismo para no ofender al lector sensible).
-Eureka -dijo Esteban.

* En el modular donde hasta hace unos años mis papás guardaban los regalos de su casamiento (platos y cubiertos paquetes, servilletas blancas que no se usan salvo que se sienten a cenar Nicolás Sarkozi y Carla Bruni), ahora hay descongestivos, valium y toda clase de descontracturantes y antibióticos.

* Hoy es inconcebible ir a esquiar, escalar el Tres Picos o tirarse de un tobogán sin una tableta de desinflamatorios en el bolsillo.

* Pero la madre de todos los remedios, la deidad más preciada del hipocondríaco es el ibuprofeno. Nada se le compara y suele estar presente en la cartera de la dama y el portafolio del caballero.

* Cansada de que no se me curara el llamado "pie de atleta", los hongos del pie derecho, hace unos años mi papá vino con la solución:
-Mirá -me dijo-, yo pasé décadas buscándole la vuelta y he llegado a la conclusión de que la única cura es el formol.
-¿Pero cómo el formol? ¿No es demasiado? ¿No te mata la piel eso?
-Sí, pero también los hongos.
En efecto. Dos semanas después mi pie había quedado blanco, la piel finita y arrugada. Parecía un feto en un frasco de esos que hay en los laboratorios de las facultades de Medicina. De aquel episodio pasaron unos seis años. En este instante me estoy rascando el pie derecho.

martes, 15 de julio de 2008

A la flauta

De: Laura M.
Para: elquedelele@yahoo.com.ar
Asunto: Texto
Fecha: domingo, 13 de julio de 2008, 3:05:41

Estimada Lelé:

Mujer. Veintiocho años. Profesional. Neurótica. Independiente. Utópica. En líneas generales, eso soy yo. Un ser complejo, como todos, y, como si fuera poco, decidía, no hace mucho tiempo atrás y con no poca frecuencia, hacer mi vida mucho mas compleja a causa de mis aficciones (adicciones según alguna gente prejuiciosa).Particularmente una de ellas, de mis aficciones, eran los hombres.

Todo arrancó tarde, muy tarde, cuando un día en 1999 me prometí que no llegaría al año 2000 sin haberme iniciado antes en el fabuloso e intrincado mundo del sexo. Y así fue. Después de haber festejado junto a mis padres, amigos de mis padres y demás familiares un estupendo año nuevo, cargado de vino y champagne, quien fuera mi novio de turno en ese momento, M., estudiante de Abogacía, buen promedio, proveniente de una familia tipo, pasó a buscarme por la casa donde transcurría el festejo. Bajó de su automóvil, tocó el timbre, saludó a todos los presentes y hasta quizás, se atrevió a aceptar una copita de champagne para brindar.

Es el día de hoy que trato de recordar si estaba nerviosa o no, porque las buenas costumbres indican que ésa es una noche especial en la vida de cualquier mujer, que hay una mezcla de nervios y ansiedad, y yo lo único que puedo recordar de esa noche es que fue un fracaso. Esto puede ser debido a que la comparé con noches posteriores, increíbles noches de lujuria, o debido a que efectivamente fue un fracaso. Y tengo una amiga que siempre dice que ante una opción, siempre se debe escoger la segunda.
Y no cabe duda de que es un camino de ida. El de los hombres.

A las dos semanas de “mi primera gran noche” me fui un fin de semana a veranear a Mar de Ajó, con mis padres. Encontré amigos de veranos anteriores. Salimos a bailar viernes y sábado. Me besé con un chico, A. Volví a Bahía Blanca. Dejé a M. A la semana volví a Mar de Ajó. Le toqué la puerta de la casa a A., de sorpresa. Me quedé una semana entera con él. Y ahí sí que empecé a entender un poco más de que se trataba todo ese escenario erótico que se recrea en cada noche de deseo.

Después de seis meses de noviazgo a la distancia, lo dejé. Porque ya había conocido a F., un bombón. Con éste me porté súper bien, y lo hicimos durar casi dos años. Y a distancia. El viviendo en Buenos Aires y yo en Bahía Blanca. Nos visitábamos una vez por mes, a veces viajaba yo, a veces viajaba él. Realmente fue un noviazgo muy cómodo. Casi ni nos veíamos. Aunque a pesar de eso, el sexo era como el de una pareja de gente mayor. Por suerte, años después, fuimos una pareja de gente mayor pero con el sexo de una de veinte.

Y con estas tres experiencias me bastó para darme cuenta que no es en absoluto necesario el etiquetamiento de un hombre dentro del rubro “novio” para poder gozar. Lo que sea que haya que gozar. Salir a bailar hasta la madrugada, con amigas, noches de verano, noches de invierno, siempre con el espíritu mas festivo y alegre, arreglarse, cambiarse veinte veces de ropa hasta que encontrás lo que mejor crees que te queda. Y el maquillaje. Y la cartera. Y las cervezas. Y la euforia. Y los hombres.

Yo creo que el cuerpo es un lenguaje a la hora de salir a seducir. La manera de moverse, de reír, de reírse a carcajadas. Es todo un trabajo. Y por cierto, nada sencillo. Lo que no se puede negar son los frutos del éxito. Y mejor que eso, es cuando te volvés a juntar con tus amigas para contar los detalles del éxito, los tamaños, los diálogos, los errores, la reconstrucción de los momentos perdidos en los fondos de las botellas. El sexo más desenfrenado, desde mi humilde punto de vista.

Habrán sido alrededor de veinte, algunos más, pocos menos. La exageración del deseo hasta lo máximo permitido por las ganas de esa noche. Y después la sorpresa, claro. Nunca sabés con qué te vas a encontrar. Y cada noche tiene su particularidad. Eso hace que se torne un juego, un torneo, y hasta a veces, una competencia. Tengo amigas con quien hemos hecho listas clasificándolos por nacionalidades, edades, ocasionales, en estado de noviazgo, con amigos, y después contábamos a ver quién ganaba en cantidad por categoría. Sí. Y nos moríamos de risa contándonos las historias de cómo habíamos llegado a conocerlo. Cómo se nos acercó. O cómo lo encaramos nosotras. No era más que la novedad del momento y así nos divertíamos.

Y pasaron los años. Varios años. Descubrí la importancia de la independencia y lo divertido del momento. Y empecé a notar que había uno de los muchachos de la lista que se repetía en el tiempo. Y cada vez con más frecuencia. Hasta que fue el único. Y empecé a mezclar el desenfreno de las noches ocasionales con la comodidad de la confianza y el amor. Y me enamoré.

Y en esta etapa transcurro. Como lo hice en cada una de las etapas que elegí vivir. Viajo, ceno, duermo, planifico y estoy acompañada. Y él también está acompañado por mí. Somos compañeros de caminos separados, caminando en paralelo y agarrados de la mano.

Saludos,

Laura M.


(E-mail que recibí de una fuente anónima para un trabajo)

sábado, 12 de julio de 2008

Cha cha cha

Se me ha dado por serializar. Primero con el ciclo de mala muerte sobre usos del lenguaje y ahora con mi familia. Mi hermano "el Jhony", mi papá el del satélite, hasta puse una foto mía. Ultimamente ando con pocos problemas para exponerme, así que pido disculpas a quien las requiera por tanto egocentrismo. Ahora presento el departamento de Ternura de este blog. El gerente del área es mi sobrino Benjamín, que en septiembre cumple dos años y tiene cierto comportamiento extraño. Notable, ayer se despidió así:

miércoles, 9 de julio de 2008

Se complicó


(Las tétricas y bellísisimas ruinas de la villa Epecuén, domingo 6 de julio de 2008, 12 horas)

domingo, 6 de julio de 2008

Las propiedades de mi papá

Mi papá tiene propiedades satelitales. Recién me lo recordó mi hermano Juani, "el Jhony", en un comentario del post "pedorro" de más abajo.

Hasta hace unos años, estas propiedades operaban desde Bahía Blanca vía satélite con La Plata, donde mi hermano estudiaba Medicina solo bien solo y loco en un departamento que sorprendía por su orden y suciedad. Y el tema era así. No bien Juani se sentaba a comer el bife jugoso y caliente como a él le gustaba, sonaba el teléfono. Mi papá lo llamaba desde la empresa donde todavía trabaja con un teléfono que le permitía colgar, un "manos libres". Entonces mi papá marcaba, mi hermano atendía, mi papá colgaba para usar el manos libres y mi hermano escuchaba: "Cccccccrrrrrrraaaaaaaaaaaaackkkkkkkkkk". Después de una carrera de siete años, Juani estuvo a punto de perder el oído.

Pero estábamos en el bife, que reclamaba atención con la sola compañía de un tomate partido al medio.

--¿Hola?
--Cccccccrrrrrrraaaaaaaaaaaaackkkkkkkkkk. Hola Juani.
--Hola papi.
--¿Cómo estás?
--Bien, me estaba por poner a almorzar.
--¿Cómo está allá?
--Nublado, lindo, qué se yo.
--Acá está soleado. Hermoso. Ayer también estuvo lindo, pero anuncian lluvia para mañana.
--Ajá.
--¿Alguna novedad?
--No, nada.
--Bueno, hasta mañana Juani.
--Chau papi.

Para ese momento, la suela de los náuticos de mi hermano tenían más jugo que el bife, pero Juani había conseguido mejor información sobre el clima del sur de la provincia de Buenos Aires que la del Servicio Meteorológico Nacional.

Un tiempo después yo misma pude comprobar las propiedades satelitales de mi papá. Permanecieron intactas durante los cinco años que estudié en Buenos Aires. Sin embargo, ya no se aplicaban sobre bifes, sino sobre milanesas de soja con queso y tomate y orégano, fritas y exquisitas como sólo a mí me salen. Todo ocurría alrededor de las dos de la tarde:

--¿Hola?
--Cccccccrrrrrrraaaaaaaaaaaaackkkkkkkkkk. Hola Maru.
--Hola papi.
--¿Qué andás haciendo?
--Nada, iba a comer. ¿Vos cómo andás?
--Bien, todo tranquilo. Bueno, ¿y qué te cocinaste? --Los que lo conocemos, sabemos que el "bueno" de mi papá suena como "meno".
--Una milanesa de soja.
--Ah, te jugaste. ¡Qué manera de comer milanesas de soja! ¿Cómo está el clima?
--Lindo, nublado, más o menos. Fui a la facultad y volví. Mucho cielo no vi.
--Acá está feo. Inestable, seco. Dicen que va a llover, pero yo no le veo pinta.
--...
--Maru, haceme un favor.
--Se me enfría la milanesa, papi.
--Es un momento.
--Decime.
--Andá a la cocina y fijate en la alacena si me olvidé un paquete de yerba de la última vez que estuve. Andá, fijate, yo te espero.

viernes, 4 de julio de 2008

Bolsa de las facturas

Recién fui a la panadería y me compré cuatro facturas para tomar la leche: dos medias lunas saladas, una con dulce de membrillo y una santiagueña. Pero resulta que las facturas vinieron en una bolsita de papel rara. Parecida a la de los cubanitos, pero más rara. ¿Cómo puede ser posible que las bolsas vengan raras si traen cuatro facturas para freir en las papilas, si el papanicolao me dio I, si es viernes, si bajé las escaleras del diario como los chicos en los toboganes de la plaza? Ya sé que podría ir a charlar a lo de mi amiga Mona Lisa, por ejemplo, que reparte risas y hace tiempo no veo. O podría ponerme a postear algo más gracioso. O matar a cuchillazos al perro de la vieja del departamento de al lado, que flor de forro resultó ser (señores ambientalistas, con este humilde paréntesis quiero dejar en claro que lo anterior fue sólo una expresión de deseo, una flasfemia, ciencia ficción). Todo eso sería muy divertido. Pero las bolsas raras de las facturas no suelen venir con Activia ni Actimel ni ningún otro suplemento dietario. Más bien se parecen a esos escarpines de adulto, esos que tejen algunas abuelas para los de 32. Esos escarpines que no bien te los ponés, te tenés que meter en la cama o acurrucarte en el sillón. Bueno, todo muy rico; hasta lueguito, ¿eh?

martes, 1 de julio de 2008

En pésimos términos

Siguiendo con este ciclo de posteos de mala muerte sobre usos del lenguaje, palabras y expresiones que no usaría a menos que, bueno, a menos que, en fin, no sé, a menos que...

* "Nosocomio"
* "Helo aquí, hete aquí"
* "Habida cuenta de que..."
* "Magistrado"
* "Arteria"
* "Finca"
* "Amigo o amiga de lo ajeno"
* "Evento"
* "Dantesco" incendio
* "Cinematográfica" persecución
* "Con los abuelos no" (a Telenoche le encanta)
* "Presentose", "Jugose" (léase: todos los verbos de ese tipo)
* "Venidero"
* "Galeno"
* "Temporada estival"

No estoy segura: ¿me olvidé de alguna?

jueves, 26 de junio de 2008

En buenos términos

Las malas palabras son de lo más competentes. Fontanarrosa siempre lo decía. El lenguaje de la calle las incluye y a veces son más descriptivas que cualquier otro término aceptado por los editores.

"Pelotudo" es inigualable. La pe va derecho al riñón, rebota y vuelve, alentadora, para ir por más.

Respeto a los escarabajos que no le gustan o no le salen, pero las malas palabras son sustanciosas, ejecutivas, seguras de sí mismas. De todos modos, es importante que tanto en el habla como en la escritura aparezcan salteadas y en el momento preciso, espontáneamente. Además, está bueno mecharlas con términos sofisticados:

--¿Sabés qué es lo que le pasa a ese? Que es un forro oligofrénico --por ejemplo.

Los excesos no están bien y en periodismo gráfico, menos. Pero en literatura son super musicales, sobre todo si hay diálogos. Acabo de terminar mi primera novela (ya sé que no da hacerse la canchera acá, pero sino dónde quieren que lo haga) y creo que una de las mejores cosas que tiene es que está llena de diálogos con puteadas.

Termino con una reflexión acerca de las nuevas malas palabras y sus derivados. Una en particular resalta por su economía de pensamiento y la inmensidad de significado que encierra. "Gagá". Y ojo que no se relaciona tan directamente con "viejo", sino con un estado mental para nada respetable que le endilgo a una persona en especial cuyo nombre no voy a dar porque no se lo merece y porque es un forro de mierda hijo de un barco regasificador lleno de putas.

viernes, 20 de junio de 2008

Iomi

Conocí a Iomi. Juan Carlos Iomi. En realidad, él me llamó por teléfono y ahí lo conocí. Por teléfono.

El tipo es el dueño de un terreno cerca del mar que se ha vuelto basurero clandestino. Hace cuatro días y medio me di una vuelta con un fotógrafo. Se está hablando mucho de modernizar la recolección de la basura y me pareció coherente mostrar estos lugares llenos de mierda que los señores de la Municipalidad no saben ni dónde están. Los terrenos de Iomi.

Fue justamente al día siguiente de haber ido a conocer el basurero, con la nota ya publicada en el diario, cuando recibí el primer llamado en el teléfono fijo de la redacción.

--Hola, Iomi habla.
--Hola, cómo le va. ¿Nos conocemos?
--Sí, sí.
--Disculpe, no me acuerdo. ¿Iomi dijo? ¿De dónde nos conocemos?
--Claro que nos conocemos. Soy Iomi --por el tono, parecía que se hamacaba en una mecedora, en una galería con postes de madera blanca, masticando aceitunas.
--La verdad que no me acuerdo. ¿Cuál es su nombre de pila?
--Juan Carlos. Juan Carlos Iomi. Yo soy el dueño de la entrada del basural sobre el que usted escribió la nota. La felicito. Me gusta. Me gusta eso. Las notas.
--Ah, mire.
--Sí. Todo el mundo tira cualquier cosa acá. Vuelva y yo la llevo adonde está lo peor. Venga y nos damos una vuelta.
--Me parece buena idea. Lo llamo uno de estos días. ¿Le parece?
--Sí. Me gusta. ¿La encuentro siempre en este teléfono?

Le di el celular corporativo del diario. Al día siguiente, otra vez, masticando:

--Hola, Iomi habla.
--Ah, qué dice.
--Que me gusta todo esto de las notas. Me gusta. Me parece muy bien. ¿Cuándo vamos a ir a dar una vuelta? Si quiere yo le muestro.

Hace dos horas, me disponía a deleitarme con una siesta vespertina de viernes: la única de la semana, gratificante, ineludible...

--Hola, Iomi habla.
--Sí.
--...
--...
--Que tengo documentación. Que presenté documentación en la Municipalidad.
--Me parece muy bien, Iomi, pero yo ya no estoy en el diario. ¿Lo llamo el lunes y arreglamos?
--Ah, no, no. El lunes no voy a estar. Me voy a Suárez. A Coronel Suárez, a un remate.
--Bueno, el martes.
--El martes, sí. Estuve pensando. Me gusta mucho todo esto de las notas. Me gusta, sí.

miércoles, 11 de junio de 2008

El verdulero y la mandarina


Hoy vi un verdulero comiéndose una mandarina adentro de su local, solo, mirando para la calle. Fue chocante. ¿Cómo un verdulero puede comer una mandarina de sus propios cajones? No lo entiendo. Y me incomoda. Me incomoda por redundante. Se supone que un verdulero odia las verduras y está constipado porque sólo come carne, pollo y pan.

Mi amiga Anita trabajaba en un negocio de empanadas. Un excelente negocio de empanadas, "Estilo Campo". Por entonces, hace unos cinco años la muy insolente me dijo:
--Qué querés que te diga, son tan ricas que a mí no me cansan, me como una o dos todas las noches.
--¿De qué gusto? --fue lo primero que atiné a preguntarle, escandalizada en silencio.
--De verdura, de carne, cualquiera. Me gustan todas.

Qué empalagoso, Dios mío. Mi novio Esteban, que trabaja en Coca Cola, preferiría tomar pis de mapache antes que un vaso de Pepsi. Yo leo todos los diarios todos los días, incluso en vacaciones. Mi hermano, el neumonólogo, es fanático de los respiradores que se usan en la terapia intensiva de los hospitales.

A lo mejor lo más sorprendente del verdulero y la mandarina sea la desfachatez de que alguien haga público cuánto disfruta su trabajo.

Como la desfachatez de mi tío Omar, cirujano, grandote, ex fumador; adora los bombones Ferrero Roger de postre. Tiene los dedos tan gordos como morcillas y los exhibe risueño y orgulloso. Como no, claro, si ha hecho el tacto rectal a todas las personas operadas de hemorroides que conozco.

sábado, 7 de junio de 2008

Día del Periodista

En el día de conmemoración del nacimiento de la Gaceta de Buenos, aquel histórico periódico de nuestro recordadísimo Mariano Moreno, la periodista va a decir unas palabras salteadas en alusión a tan importante jornada, FLOR de la libertad de pensamiento:

--¿Qué mirás en silencio desde hace cinco minutos?
--Para allá.

***

--La bolsa de agua caliente sirve para desestrezarse. Si la apretujás, es como las pelotitas esas de plástico que usan los oficinistas prósperos para calmarse. Habría que llevar bolsas de agua caliente a las Torres Catalinas y repartirlas entre los yupies.

***

Hoy hablamos largo y tendido sobre la parte instintiva del ser humano. Para él, el hombre no evolucionó en su parte instintiva y es igual a hace 10 mil años. Por lo tanto, el hombre actual vive con neurosis la monogamia, le gustan los bebés y quiere hacer la cochinada cada dos por tres. Recién me puse a escribir acá y lo dejé de mirar por cinco minutos. Cuando me di vuelta, se había puesto la bolsa de agua caliente abajo del pullover. Estaba embarazado.

***

--¿Dónde vamos a ir comer? ¿Hay que bañarse?
--Sí. No sé. Ah, abrió un bar acá nomás que dicen que se come bien.
--Dónde. Pero cómo un bar. Si en Bahía no hay bares.
--Sí hay, pero no con barra. No hay de esos bares. Lo que hay acá es el bar tipo Sibelís, Bilici. La Cibeles.

***

--¿Sabés qué sería horrible? Que la chica de acá al lado se levantara de la silla y viniera hasta nuestra mesa y me mirara y dijera: "Esto es es mi fiesta de egresada. Me recibí de contadora. ¿Podés dejar de mirar todo lo que hacemos?"

***

--Habría que abrir la "Casa del Cagatinta", en Estomba y Roca, un almacén donde pudiera conseguir sellos de todos colores, almohadillas entintadas y papel carbónico.

***

--A veces camino tan derechita que me hago convexa.

miércoles, 4 de junio de 2008

Mala

Hace días que quiero escribir sobre dos temas, pero no he tenido demasiado tiempo y me ha dolido la panza. El otro día leí a alguien que contaba que de chico le gustaban las aspirinetas rosas, lo que lo había transformado en un hipocondríaco precoz. Me dejó pensando. A mí también me gustaban. Y se las robaba a mi abuela, que las guardaba sueltas en una cajita que se parecía a una tapa de alfajor de maizena donde además tenía algún diente de leche mío. A veces también me tomaba una medida de jarabe para la tos. Aperitivos de niña. Pero decía que quería escribir sobre dos temas. Uno es la maldad de la presidenta. He llegado a la increíble conclusión de que Cristina Kirchner es mala. Tiene cara de mala y es mala. Seguro que duerme mal y tiene bruxismo. No se gusta a sí misma. Se mira al espejo y se encuentra macetona. Su marido ya no la mira y ella tampoco a él. No dice gracias cuando le acercan un café a su escritorio. Pone dos micrófonos para hablar ante el público porque sólo así puede menear los pelos, lo único que le gusta de sí misma. Usa vestiditos de texana virgen con fajas de cuero anchas en la cintura para parecer más buena. Quiere lucir como Heidi en la adultez, pero no puede. Es mala y no lo puede ocultar. En la intimidad dice muchas malas palabras. Su preferida es "hijos de mil putas". Como tiene los ojos saltones fue varias veces al endocrinólogo a chequear el estado de su tiroides. No tiene ni hiper ni hipo, su glándula está bien: lo de los ojos es producto de su maldad. Quería hablar sobre otro tema, pero ando con dolor de panza.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Noche de miércoles

--Que es esto
--Janis Joplin.
--Le da como loca a la voz y esta re bueno.
--Se murió de Cirrosis. Te tenés que quemar un hígado, ¿eh?
--Capaz que chupaba desde los seis... ¿Helará mañana? Hoy hizo mucho frío.
--Sí, boludo, un fenómeno inexplicable.
--Tengo el calefactor en el pasillo y es tiro natural, no balanceado. Me congelo, chabón. Y eso que no dormí con el calefactor al palo. Por lo menos no se apagó desde que lo prendí. El termotanque tampoco.
--Ah, es termotanque.
--Sí, pero si no tengo el plumón la paso muy mal.
--Por ahí con un burlete.
--Sí, pero no se si es seguro.
--¿Por?
--Porque el calefactor se come el oxígeno de adentro. Es un quincho con una habitación y un lavadero. Sospecho que vivo en un quincho. La cocina es una mierda. Decí que apenas la uso. Y el horno apenas cierra. Pero me chupa un huevo. Me tengo que comprar una cortina. Me parece, boludo, que el aguinaldo lo voy a reventar en la casa esa.

(Esteban y Nico, en este momento, con una copa de vino en la mano. Yo tirada a un metro, con los pies del lado del calefactor: hoy fue el primer gran-sentido frío del año).

--Vi una película... no me acuerdo, de un ex integrante de los rolling, Brian Empstein, algo así.
--Puede ser, no me suena.
--Es cualquiera el chabón, onda Jim Morrison.
--Tipo biopic.
--Bueno, me retiro muchachos.
--Para que Maru no terminó de escribir.
--Hay otra banda de esa época.
--¿Cual?

jueves, 22 de mayo de 2008

Titanic

Quien no se ha reído solo mientras camina por la calle. Quien no ha apretado los labios para que no se note que se está a punto de gritar de carcajadas. A mí me pasa de lo más seguido. Pero hay escenas que sobresalen en el backup de las risotadas solitarias. Yo tengo un episodio de hace unos siete años que no hay caso, che, cada vez que me acuerdo me tengo que morder el labio inferior.

Mis amigas y yo estábamos por entrar a un boliche en cuyo ingreso se había formado un tapón de gente, camperas, patovicas y maquillaje. Hacía un frío inncesario y se escuchaban gritos, de cerca y de lejos; incluso eructos. Hasta que se complicó. Desde el fondo empezaron a empujarnos a nosotras, que estábamos muy cerca de la entrada, hacia la panza del patovica que se paraba con las piernas abiertas y los brazos cruzados. Entonces mi amiga Chilli empezó a gritar como una andaluza:

--¡¡Mujeresh y niñosh primero!! ¡¡Mujeresh y niñosh primero!!

Ni el patovica se aguantó de abrir la boca para soltar la tentación. Es más, desanudó la cuerda que impedía pasar y nos dejó entrar al boliche. Di unos pasos, me di vuelta y lo vi: el tipo se reía solo.

martes, 13 de mayo de 2008

Oda al bebé

Siempre me gustaron los bebés. De chica, jugaba a la mamá en forma exhaustiva. Incluso le proponía a mi amiga y vecina Anita, y ella accedía, que jugáramos cada una en su casa. Que imagináramos que eramos sendas mamás que cuidaban a su bebitos solas y que cada tanto se visitaban mutuamente. Nunca había un hombre de por medio. Me gustaba pensar que mi casa era muy pequeñita, cálida, que se tomaba café con leche en tazas blancas y que había olor a tarta de manzana con canela. Entonces, cerca de los ocho, resolví que sería madre a los 24.

Cuatro años desfasada, hoy a la mañana me sentí una loba, pero sin Rómulo y Remo. Como no tenía ganas de estar en el diario, me fui a la Municipalidad, donde trabaja Beti, la jefa de Prensa, una bonsái de señora de un metro cuarenta cuya voz se corresponde con esa estatura. Adorable. Sin embargo, cuando la encontré me importó un carajo su presencia, la agenda del día, mi trabajo, la mañana que se hacía mediodía y demás estupideces: Beti tenía a upa a Isabella, la beba de un mes de Mario, uno de mis compañeros de trabajo preferidos.

Ni pregunté. Expropié a la criatura y le dije a Mario, que estaba ahí, que la nena no volvía al cochecito en todo lo que quedaba de la mañana. Que se quedaba conmigo y en brazos.

La beba tiene dos pelotas de árbol de Navidad al lado de la boca. Los ojos alargados, grandes, negros y brillantes. La nariz, ínfima, se le hunde como los botones de un sillón mullido. Debe medir 40 centímetros, pero para ulcerarme de ternura... ¡se encogía! Se retorcía sobre sí misma en posición fetal. Tenía pedos, claro. No sé de dónde me salió la solución al conflicto, pero lo resolví con tanta hidalguía que creo que se debió al magister en juego a la mamá que llevo adentro. Puse a la nena boca abajo y le di palmaditas con pequeños movimientos hacia arriba y abajo. No sólo se calmó, sino que se durmió. Después llegó la mamá, halagué lo que había engendrado y se la devolví.

Muchas veces me pregunté por qué me gustan tanto los bebés. Amigas, padres, abuelos enfermos, todos me preguntan lo mismo desde que menstrué por primera vez: cuándo voy a tener uno. A medida que me alejo cada vez más de los 24 yo también me pregunto cuánto más seguiré con esta abstinencia maternal. A esta altura ya es contra natura.