miércoles, 9 de diciembre de 2009

Dos señoras. Valientes. En la procesión de la Virgen.


-¿Y? ¿Te enganchaste con la novela?
-¿Con cuál? ¿Botineras?
-Sí.
-Ví el primer capítulo. Linda, sí. Pero me quedo con Valientes.
-Ahhh, es que esa está tan bien. Tan linda.
-Ay, sí. ¿Viste? La Alma está embarazada.
-Sí. ¡Se puso de buena!
-Lástima los rulos de Luciano Castro. Yo no sé cómo lo dejan actuar así. El otro día lo enfocaban de espaldas, saliendo de la ducha. ¿Lo viste? Era una cosa toda así de grande. De rulos. ¡Los tatuajes! ¿Lo viste?
-¡Sí!
-Yo a Botineras no lo quiero ver porque no lo soporto a Cabré. Es tan asqueroso ese muchacho, pobre.
-Símmm.
-Espero no engancharme con ninguna otra novela. Con el calor está lindo para sacar la sillita a la calle, viste.
-Sí. Ahí viene la procesión.
-¡Qué despacito!
-¡Y cantando, repetiré tu nombre, María, de Nazaret! ¡Y cantando repetiré tu nombre...!
-¡Y cantando, repetiré tu nombre, María, de Nazaret! ¡Y cantando repetiré tu nombre...!

Hace un par de viernes a eso de las 20.30 acompañé a mi mamá a una procesión en adoración a la Virgen Milagrosa alrededor de la plaza de Villa Mitre. Como ya estoy de siete meses y medio de embarazo y camino como un pato alcoholizado, unos señores de pechera amarilla con inscripción "Procesión de la Medalla Milagrosa - Organización" me hicieron sentar junto a un grupo de 30 ancianos y enfermos. Atrás mío, dos señoras conversaban.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Sin tu tía


Las reyertas familiares son las peores. Y no me refiero a la que puedo tener yo con mi hermano El Jhony porque en el post de más abajo lo traté de de obsesivo compulsivo con aires de semi Dios. No. Los bravos son los despelotes duraderos, trascendentes, los que embadurnan Navidades, nacimientos y velorios. Esos en los que "Si va tu prima, no voy", "Qué porquería de vitel toné el de tu casa: no tiene alcaparras; ni siquiera aceitunas" o "Tu madrina me mira feo, es una argolluda".

Flor de pelotera, por ejemplo, es la que debe haber tenido la mamá de Cintia con su cuñada.

Porque esta mujer odiaba tanto, pero tanto a la hermana de su marido que dedicó el nombre del bebé que llevaba en la panza, que era Cintia, al veneno que le generaba su cuñada.

¿No se entendió?

Cintia: sin-tía.

jueves, 29 de octubre de 2009

¡¡¡A la buena de Dioooooooooss!!!


-¡¡A la buena de Dios!! ¡¡¡A la buena de Dioooooooooss!!!

Mi hermano El Jhony gritaba ayer mirando el cielo cuando pasé por su casa. Sentado como colicué, en cuero y malla amarilla, sacaba yuyos del césped con una tijerita y se lamentaba, eclesiástico, igual que señora irritada en peluquería de barrio.

Es que El Jhony, como cualquier nacido y criado en Bahía Blanca, está muy preocupado por la falta de agua. Que la sequía más grande de los últimos 60 años, que el dique Paso de las Piedras es un arroyito, que cómo nos vamos a bañar en el verano, que por qué no nos vamos a vivir a la mierda o a San Martín de los Andes.

Para colmo, tanto él como yo somos colonizadores: vivimos sobre infernales calles de tierra, en el mismo barrio, plaza por medio.

-¡¡A la buena de Dios!! ¡¡¡A la buena de Dioooooooooss!!!
-¿Qué te pasa, loco de la guerra? ¿Por qué gritás? -pregunté desde la ventanilla de mi pequeño vehículo.
-¡¡No pasa el regador!! ¿¿O vos viste el camión regador?? ¡Odio la tierra, che! ¡Estoy harto! ¿Vos viste el camión?
-No, tampoco lo ví. Hace rato que no pasa, es cierto.
-A la buena de Dios, ¿no te digo?

La escasez de agua en Bahía Blanca ya tiene consecuencias psicológicas. De veras. La falta de humedad en tierra y plantas ha pegado en la psique local.

Además, es notable. Los bahienses nos hemos vuelto geólogos: hablamos sobre tanques de agua, cisternas, riego por aspersión y perforaciones, todo salpicado de frases de vieja usanza del tipo:

-¡¡La flauta!! ¿¿Cuando se va a terminar la seca??

o

-¡¡A la buena de Dios!! ¡¡¡A la buena de Dioooooooooss!!!

jueves, 15 de octubre de 2009

On the record

-Cada vez que se usaron las franciscanas me compré un par.
La Asesina, dando lugar a una inusual medida de tiempo: la moda. ¿Cuántas veces se usaron las franciscanas a lo largo de su vida? Es notable. Yo recién llevo una ronda de jeans elastizados, borceguíes, chupines y zapatillas chatas.

***

Ojo con las embarazadas. Mienten. Si les toca una cola que representa más de hora de espera, se hacen las que se las baja la presión y montan un numerito que incluye: A. Mano tembleque sobre la frente. B. Con la mano libre, sostén en la cintura. C. Comentario al de atrás:
-¿Me guardás un momento el lugar? Me siento mal. Busco una sillita.
Hace unos días monté el dispositivo tan pero tan bien que se volvió real y me desmayé en serio.

***

-Si tiene buen cuerpo, a la mujer se le nota en la cara.
Esteban.

***

-Quiero surfear. Si no surfeo no me gusta. Yo quiero surfear.
Pili.

***

-Tengo memoria, hermano, al que no creía, a los que no creyeron. Con perdón de las damas, que la chupen y que la siguen chupando. Soy blanco o negro, gris no voy a ser en mi vida. Sigan mamando, ustedes me trataron como me trataron.
Maradona.

***

-Mis viejos no entienden que se trata de un proceso de búsqueda de felicidad. Sólo ven que estoy por renunciar a un trabajo ideal.
-Tus viejos son de otra generación. De "esa" generación. No pretendas que entiendan. Para ellos, "honradez" es "trabajo", "sacrificio".
Mona Lisa y yo, el sábado pasado a la tarde.

***

-¿Por qué no me puedo fumar toda la marihuana que quiero, drogarme hasta reventar? Se suicidó mi esposa, señores. ¿Dónde dice cómo hay que reaccionar ante algo así? Lo que a ustedes les molesta es que yo no resuelva esto de un modo más o menos preestablecido. Les molesta que los desoriente.
Kevin Spacey, en Shrink.

***

-Ay, mami, tengo un embole...
-¿Y yo?
Anita y su mamá por teléfono, desde Buenos Aires y Bahía Blanca, respectivamente, un domingo a la tarde.

***

Mañana me entero si voy a ser madre de una hija o de un hijo.

martes, 6 de octubre de 2009

Talueeeego


Vuelvo en un rato. Talueeeeego.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Flash informativo


Tomo un taxi para sacar fotos de una instalación eléctrica. Debo pasar por la ruta, la ruta donde está la planta embotelladora en la que trabaja Esteban.

Mensaje de texto:

-Estoy a dos cuadras de la planta, en un taxi.

Paso de largo a 47 kilómetros por hora.

Contra el alambrado; jean azul, lentes, polar negro y rulos al viento, Esteban sonríe/saluda con la palma abierta.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Funebreros


Qué tipos interesantes, los funebreros.

Altos, flacos, de traje color "cremita", siempre rondan los 60 y tienen la amabilidad justa que amerita su puesto: una mezcla de congoja distante, seriedad y sonrisa de jubilado.

Son copados los funebreros, bah.

Hace algunas semanas, durante el velorio de mi abuelo, tuve por primera vez la oportunidad de circular por la ciudad en un coche fúnebre, uno de esos desde los que se puede ver a alguna que otra señora persignándose con la bolsa de los mandados.

¡Y vieran al funebrero! Silencioso y conversador; era él y nuestra circunstancia. No dijo ni mientras manejaba en las primeras cuadras, pero luego, con mi abuelo ya enterrado, escuchó que pocas horas antes me habían zampado una multa en el auto e intervino con oficio y preocupación verosímiles:

-Señorita, pida una constancia en nuestra oficina administrativa. Diga que estacionó frente a la casa velatoria porque es la nieta del fallecido. Se lo tomarán como válido en el Tribunal de Faltas, ya va a ver.

Hace pocos días volví a comprobar el carisma funebrero en otro sepelio, uno que no me tocaba directamente. Altos y flacos, estos tipos no dejaban de llamar mi atención.

Y hoy, otra vez.

Perdida, miope y sin encontrar la dirección de un local de elementos de riego, pasé por una casa velatoria, la más conocida de la ciudad. En la puerta estaba el funebrero: parecía un chorro de soda. Proactivo, me habló:

-Chica, qué busca. La noto perdida.
-Ah. Gracias. Un local de riego, patios y elementos por el estilo.
-Allá enfrente, mire.
-¡Muchas gracias, señor!

A la vuelta, pasé otra vez. A propósito.

-¿Y chica? ¿Cómo le fue? ¿Encontró el local?

Una vez más, la auténtica hidalguía funebrera, evidente.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Bueeeeeenassss


Bueeeeeenasss. Mucho gusto, encantado. Soy el bebé de la que suscribe, el de la foto. Mido diez centímetros y no sé si me llamo Antonia o Manolo. Habrá que ver lo que deciden mis padres. A propósito, no logro entender a esos dos. Mi mamá está muy sensible: llora cuando ve un árbol florecido, emula a una bailarina clásica en el living y llama a la Presidenta de la Nación "yegua de mierda", todo en la misma hora. Pero lo de mi papá es más raro. Apenas llega de trabajar se asoma por la ventana con una escopeta y le apunta a unos ratoncitos de nombre extraño, tucu-tucu, creo, que no superan el tamaño de su mano. Que no superan mi propio tamaño. Así las cosas, parece que está encantado con mi presencia. Entre otras cosas, creo, porque a mi mamá le han crecido las lolas. Dicen que el asunto de las tetas se vuelve importante con el paso del tiempo. Veremos qué pasa en cinco meses. Por ahora no me interesan. Es que debo confesar que estoy cómodo de este lado. A diferencia de ustedes, a mí me sobra el agua, así que no tengo que andar pensando en diques, pozos millonarios ni en que me van a multar por regar un potus, como pasa en Bahía Blanca. Tampoco en si nieva o hacen 30 grados en medio del invierno. A mí lo único que me importa, qué quieren que les diga, es que alguna que otra vez mi mamá se coma un alcaucil.

sábado, 29 de agosto de 2009

La historia del tucu-tucu y el francotirador


Lo ví por primera vez en diciembre de 2008, apenas nos mudamos. Yo regaba y él se paseaba por el frente de la casa. Un topo, un tutu-tucu nos daba la bienvenida.

-¡Esteban! ¡Esteban! ¡Hay una ardillita en el patio!

Días más tarde apareció otro igual. Esteban lo agarró y exhibió en un enorme frasco de dulce de alcayota que nos habían traído de San Juan.

-¡No lo mates, por favor! ¡Es hermoso! -supliqué.
-Pero mirá que es un animal de mierda. Se come las raíces.
-Por favor no lo mates.

Pasaron los meses, hasta que un día nos encontramos con cuatro pozos alrededor del fresno, nuestro único árbol. A la semana, los agujeros eran 12.

-Mirá lo que hizo tu ardillita. Bicho hijo de puta -dijo Esteban.

Ensañado, mi marido empezó a averiguar.
1. En Google: "tucu-tucu + patio", "topo + muerte".
2. Un ácido de nosequé debajo de la tierra lo podía matar, pero era peligroso.
3. Un chicle Adams (no otro) en el borde de la madriguera podía producirle una indigestión fatal.

-No hay caso -sentenció Esteban-: la única alternativa es pegarle un tiro en la cabeza con el aire comprimido.
-¿Y cómo vas a hacer? Lo veo difícil.
-Me asomo en la ventana de la pieza, espero que saque la cabeza, apunto y lo reviento.
-Me parece muy bien. Mañana te consigo un aire comprimido.
-Pero cómo, ¿y la "ardillita"?

A los pocos días, el miércoles, Esteban le pegó un tiro al topo.

Modestamente, soy una defensora de lo que en periodismo se conoce como "show don't tell", o sea, de mostrar los hechos sin explicar, sin decir qué es lo que se quiere decir, valga la redundancia.

Pero esta vez no lo voy a hacer. Voy a "decir". Es muy original: todo cambia; todo se mueve, vibra.

Así como se pasa de "ardillita" a "topo de mierda", este post, de hecho, está a punto de cambiar.

Porque a comienzos de semana me pegué una tremenda desilusión laboral. Luego mi abuelo cayó en terapia intensiva. Como mi mamá estaba de vacaciones, le mentí por teléfono. En el medio ví por primera vez a mi bebé de ocho centímetros a través de la ecografía: movía el culito y se metía el dedo en la boca. Al día siguiente, el miércoles, resultó que mi abuelo, uno de esos presentes, de los que operan en el disco rígido de la infancia, falleció.

La pregunta entonces es qué tuvo ver el finado tucu-tucu con la muerte de mi abuelo.

Simple: la historia de la "ardillita" y el francotirador alivió al menos por un momento una semana cargada de emociones fuertes.

Igual, igualito a lo que pasó en este post.

martes, 18 de agosto de 2009

Gordis


Mariana es la chica a la que desde hace unos meses pago para que me ayude en la limpieza. Delgada y menudita, de pronunciación monocorde y nasal, viene a casa una vez por semana, a la mañana. Cobra 30 pesos más cuatro colectivos, lo que hace un total de 36,40. Toma mate, come galletitas, escucha "cualquier cosa menos noticioso", esconde los libros que encuentra sobre la mesa de luz y limpia decentemente. Es más grande que yo y se empecina en llamarme "señora María Eugenia".

-Nací sietemesina.

Fue lo primero que me contó. Rarísimo. Que yo sepa, la información neonatológica no indica demasiado: "Nací por parto natural", "Mi mamá me tuvo en una habitación doble", "Fui concebida en una lancha, mientras mis padres paseaban por la laguna Sauce Grande". No dice nada.

Sin embargo, más raro fue lo de hoy.

Amanecí mal. Me dolía la garganta, la cabeza, la espalda; la vida misma me dolía. Mi hermano el doctor Jhony diagnosticó anginas y recetó antibióticos. Al bebé, que ya cumplió 13 semanas abajo de mi ombligo, no le va a pasar nada, aseguró. Así, cerca de las 8 conecté la notebook, el pedorro módem de Claro y me puse a trabajar en la cama.

Cerca de las las 11 recibí un mensaje de texto. Era Mariana:

-Como andas gordis mañana nos vemos.

Se había equivocado de destinatario. Parecía que se dirigía a un novio, así que no contesté.

-¡Qué bueno! ¡Mariana tiene novio! Pobrecita, se la ve tan sola. Cuidando a su papá enfermo, a sus sobrinos. En buena hora que salga con alguien y haga la cochinada -maquiné.

Dos horas más tarde me llamó al celular.

-¡Mariana! ¿Cómo andás? ¿Todo bien?
-Sí, sí, gracias, señora. ¿Y usted? ¿Y el bebé?
-Bien, acá. Hoy un poco complicados porque tengo anginas. Pero nada grave.
-Ah. Por eso llamaba. Ví las ventanas abiertas -Mariana también trabaja en lo de El Jhony, que vive enfrente- y me imaginé que algo pasaba. ¿Quiere que mañana vaya igual? Hoy le mandé un mensaje. No me contestó, señora.
-¿Un mensaje? No, yo no recibí nada. Bah, sí, recibí un mensaje tuyo, pero uno que le mandabas a tu novio.
-¿Novio? Señora María Eugenia, yo no tengo novio. El mensaje era para usted.
-¡Ah! ¡Perdón! Como pusiste "gordis", pensé que...
-¿Acaso usted no está "gordis" ahora?
-...

viernes, 7 de agosto de 2009

La fiesta de la harina


Hace unos años un grupo de amigos y yo alquilamos una cabaña con salamandra en Villa Ventana. Fue "La fiesta de la harina". La denominamos así por la cantidad de tortas, masitas, pastas, tartas, escones, alfajores de maizena y demás manjares llenos de hidratos que metimos en el estómago.

Tan es así que una de las noches nos tiramos boca abajo, cada uno en su cama, a hablar de qué-es-lo-que-más-querría-que-le-pasara. Era mediados de julio, hacía frío y afuera sólo había ramas y gatos y una silenciosa y observadora nena de dos años, la hija del dueño de la cabaña, con un casco de pelo negro, tan pero tan voluminoso que daba sensación de oscuridad y vacío. La solución, por supuesto, era ingerir más harina: bizcochitos, bolas de fraile. Y salió esto:

1. Quisiera descubrir algo terriblemente novedoso: una vacuna, una forma de energía alternativa.

2. Ganar mucho dinero de golpe gracias a algo que generara admiración hacia mi persona.

3. Que mis números salieran en el Quini.

4. Me encantaría que en este momento viniera algún extraterrestre a comer una masita.

5. ¡A mí también!

6. ¡Y a mí! Pero yo además escribiría algo zarpado al respecto, lo vendería a una buena revista, iría con las mejores fotos, ganaría un Pulitzer y me haría rica y reconocida.

Todo lo que pasó en la Fiesta de la harina fue así: infantil, lúdico, serrano.

Sin embargo y aunque entonces no lo dije, desde que tengo memoria o al menos desde que menstrué por primera vez, lo que más he querido es tener un bebé.

Todo parece indicar que en unos meses lo voy a tener. Pero resulta que me muero de miedo. Tanto como por una vacuna o una nueva forma de energía que generen guerras, una proporción de fama y dinero que me agobien, un extraterrestre cuya inteligencia me mate o una constipación severa por exceso de harinas. O más.

Va en infinitivo: querer y temer.

Hormonal, bah.

lunes, 27 de julio de 2009

Denodado esfuerzo


¡Qué hice! ¡Soy horrible! ¿Por qué no me encierro en bata con un café con leche, digo yo? ¡¿Qué necesidad?!

Hace unos años me prometí a mí misma que jamás (¡jamás!) iba a usar esto ni esto y, mucho menos, los términos nosocomio, por hospital; finca, por casa y nunca, pero nunca nunca, habida cuenta en lugar de porque.

Pero la vida me sacudió. Y si antes hacía preguntas, ahora doy respuestas. No viene al caso explicar el motivo, pero la semana pasada, después de la nieve del miércoles, respondí por radio e incluso, sí señores, por televisión.

Hablaba al aire al mediodía por la radio más importante cuando dije:

-Nuestra gente ha hecho un denodado esfuerzo.

Seguí la ruta del discurso como si no hubiese pasado nada, pero mi cerebro agarró por un camino vecinal:

-¿Qué dijiste, tremendísima pelotuda? ¿¿¿De-no-da-qué??? ¡¿Vos sos imbécil?! ¿¿Mirá si te escuchó alguien que conoce tus boludeces respecto al lenguaje?? ¿¿Cómo le explicás, eh?? ¡¡Por qué no te lees un libro, burra!!

Denodado no es una palabra aprobada por mi modestísimo listado de términos permitidos. Detesto profundamente el lenguaje rebuscado al pedo. Transmitir algo bien implica hacerlo de forma sencilla. Claro que el lenguaje es vastísimo y hay palabras mucho más descriptivas que otras. Pero a mí no me jodan: un caballo es un caballo, no un equino; un hombre es eso, un hombre; nunca puede ser un masculino.

Denodado se habrá usado bien en un periódico de ciudad chica de los años 60. Ahora es distinto. Mi amiga Agus va a la fiesta de dorado. En Bahía Blanca hay calles céntricas que están cerca de Donado. Hace frío y en el Hogar del Anciano hay abrigos donados. Pero no hay nada denodado. Y menos un esfuerzo.

¡Será posible!

jueves, 23 de julio de 2009

Sí, acá también la foto: ¡nieve! ¡nieve!


Siete de la mañana, lo que nunca. Bahía Blanca, 22 de julio de 2009. La ventana de mi pieza. Tomá mate. Y más dichos: hamacate Catalina. A laburar.

martes, 14 de julio de 2009

M'Hijito digital


Como mi hijo va a ser digital, trataré de que a veces también se dé una vuelta por el vecindario análógico. ¿Cómo? Así:

* Conocerá el sabor del brócoli cuando todavía no sepa caminar.

* Pisará pasto descalzo.

* Antes de acostarse cantará "Ya llegó la hora de dormir, el cucú nos manda a descansar, te espera la cama, que espere sentada, me voy a jugar", en lugar de "Mi nombre es Toni, y tengo noni" o como quiera que sea la actual canción de la tele de las diez.

* Cuando llegue el momento, será lector asiduo de una revista. Yo lo fui con Billiken y ahora lo soy con Rolling Stone. Trataré que haga lo mismo. Aún con Playboy, cuya calidad narrativa en muchos casos ha superado con creces a revistas seriotas de copete flameante.

* Sabrá utilizar los términos "vehículo" y "coyuntura".

* Conversará conmigo sobre bueyes perdidos. Cuál es su hábitat natural, de qué se alimentan, etcétera.

* Visitará el cementerio municipal de noche junto a su padre. Él, el padre, estará encantado.

* Leerá El Principito. Como eso ocurrirá cuando tenga la misma edad del personaje, querrá convertirse él mismo en El Principito. Le compraré un tapado azul y que crea lo que quiera: incluso que los patos de su madre no nadan en fila.

* Reventará la billetera de sus abuelos con una sonrisa.

* Mirará a una lechuza de noche y le dirá: "Vos sos rara. Vos sabés algo que yo no sé. Contame. Te miro".

* Utilizará la play Station en contadas ocasiones: sólo con su padre y con juegos de guerra bien hechitos. Nunca conocerá el juego japonés del tipo que anda violando mujeres por Tokio.

* Mirará la película 12 Monos. La entenderá y le gustará muchísimo.

* Conocerá la "comida de adolescente" en tiempo y forma, pero finalmente optará por el puchero con caracú.

martes, 7 de julio de 2009

Gourmet


¡Quiero alcauciles, loco! ¿Hasta cuándo voy a tener que esperarlos? ¡Me harté! ¡Qué delicia! ¡Chupar las hojas como una ardilla! ¡Aaahhh! Pero no hay. Bah, sí hay, pero cuestan 12 pesos el kilo y parecen rosas de plástico, de esas de tumba de cementerio municipal; de nicho de señora, de "la difunta Ofelia".

Sin embargo, ayer salí a buscar los alcauciles buenos. Arriesgándome a un terrible contagio de Gripe A, mi embarazo, Paranoia (ya tiene nombre propio) y yo fuimos al supermercado. Derechito al sector verduras. Los alcauciles, depresivos, con terribles problemas de inseguridad, me hablaban:

-Andá a tu casa, querés. ¿No ves lo mal que estamos? ¿Por qué no te conformás con una naranja de ombligo o cualquier otra fruta de invierno? ¿No te das cuenta que somos una verdura de primavera? ¡Comprate una bandeja de repollitos de Bruselas y dejanos de joder! ¡Será posible! -decían.

Entonces fui a la góndola de carnes. Porque si de antojos hablamos, los míos son de carne (cualquier animal muerto viene bien) y guacamole. Sí, guacamole. Como si me importara México, las fajitas o los mismísimos Chancho-Villa. Para mí, la combinación de palta, tomate y aceite de oliva representa un dispositivo divino.

A la góndola de carnes, decía, y me topé con un pollo de granja, uno caro que parecía provenir de una señora gallina; una copetuda, trabajadora y dicharachera gallina.

-¿Por qué no me hacés al horno hoy mismo? Pensalo, si me congelás es otra cosa. Cociname hoy mismo que salgo doradito, crocante -me tentó el pollo sentado sobre una bandeja.

Así que sin alcauciles ni guacamole (las paltas parecían piedras volcánicas), pero con un pollo, volví a casa. Tal cual me pidió el propio animal, lo cociné al horno, sobre una placa, en posición de crucificción. Listo, parecía exquisito.

Y no me lo esperaba. ¡No me lo esperaba! Esteban cortó la pechuga y saltó un chorro de sangre. El pollo no tenía un tumor. Dos tenía. Uno verde y uno rojo, adentro de la pechuga.

Un pollo oncológico frente a una embarazada con náuseas no es lo ideal.

Los alcauciles lo son. ¡Quiero alcauciles, loco! ¿Hasta cuándo voy a tener que esperarlos? ¡Qué delicia! ¡Chupar las hojas como una ardilla! ¡Aaahhh!

miércoles, 1 de julio de 2009

Explico todo



1. Cocino. Cocino con huevos. Agarro la caja de seis. Abro la mano involuntariamente. Se me caen los huevos. Esteban dice:
-Anduviste bien: se rompió uno solo.

2. Tomamos un vino con dos copones de cristal. Los únicos, los preciados dos copones de la casa. Mi mano se despereza: se abre. Se cae el copón.

3. Bailo mientras subo la escalera.

4. Esteban de viaje. Diez de la noche. Sueño. Caliento la bolsa de agua caliente y a dormir. Zzzzzzzzzzzzzzzzzzz... A las diez de la noche.

5. Me despierto. Sola, sentada como colicué en la cama, hablo.
-Hola, buen día -digo en voz alta.

6. Debido a la Gripe A, tengo pensamientos nacional-socialistas contra todo aquel que estornuda, tose o anda con los cachetes colorados. Sensación de película 12 Monos: virus, pandemia, frío; los animales del zoológico caminando por Alsina al 100.

7. Esteban vuelve de viaje. Sin dilaciones, a la verdulería:
-Dos kilos de naranjas, por favor. Por la vitamina C, vió.
De ahí, derechito a la farmacia. 100 pesos en barbijos, alcohol y más vitamina C. Esta vez en tubos.

8. Veo a primo Facundo fumar plácidamente en su patio, cuya parte de atrás linda con el mío. Abro la ventana del primer piso. A los gritos. Explico todo:
-¡¡Hola Facu!!
-¡¡Hola Maru!!
-¿Cómo va eso?
-¡Bien! ¿Y vos?
-¡¡Tengo una noticia, Facu!!
-¿Qué pasó?
-¡¡Estoy embarazada!!

lunes, 22 de junio de 2009

¡Mírenme! ¡Escúchenme! ¡Por favor!

No sé nada de signos, pero algo debe haber. Mis dos hermanos y yo somos de Leo y los tres estamos afiliados al partido Egocéntrico. Mi credencial ni hace falta mostrarla: basta con saber que a pesar de merodear los 30 todavía soy "la nena" y que tengo un blog donde casi exclusivamente se habla de mí misma.

Sin embargo, como ya lo he dicho acá, el Jhony también hace sus palotes. Ayer lo mostró clarito durante el almuerzo del Día del Padre. Hablábamos sobre el hermano que faltaba, Pablo, un eminente neumonólogo que vive en Buenos Aires y anda salvando vidas de gente con una enfermedad desconocida; "gripe porcina" o algo así. Hablábamos sobre eso, decía, cuando se escuchó un golpe de puño sobre la mesa e intervino el otro médico de la familia, un excelente cirujano, El Jhony:

"Todo es Pablito, Pablito, Pablito, Pablito. Me tienen harto. ¿Por qué no me prestan un poquito más de atención? El otro día pensé en suicidarme. Las medicación para dejar de fumar tiene esa contraindicación psiquiátrica y a mí me pegó. Psiquiátrica, ¿escucharon? Ayuda a dejar de fumar, pero me pone loco. Así que ahí tienen. Tanto Pablito..."


El Jhony, La Nena y Pablito, cuando niñosh.

miércoles, 17 de junio de 2009

Con el grabador prendido


"Ya sé de dónde salió la música electrónica. De la naturaleza. Me duermo escuchando todo tipo de sonidos de pájaros y bichos y estoy convencida: es la mejor música electrónica."

Pili, desde la selva de Nicaragua


***

"Los centros de jubilados cumplen una función muy importante en la sociedad: dan contención a los ebuelitos, los entretienen y alegran. De esa forma se evita que salgan a delinquir."
Esteban.


***

"Entramos con un amigo a una casa en la que no habíamos estado nunca. Había dos señoras sentadas. Las saludamos amablemente, con un beso... Al ratito nos dimos cuenta de que era la sala de espera de un consultorio odontológico."
Briks.


***

"Las tortugas macho tienen el caparazón más alto que el de las hembras."
Juli.


***

"A la morcilla hay que blanquearla aparte y dejarla enfriar hasta que recapacite y se endurezca."
Brascó, en La Nación Revista del domingo.


***

"Los hombres tienen que tratar bien a las mujeres. Ellas manejan situaciones que ellos no, como los vaivenes hormonales, las menstruaciones, etcétera."
La Asesina.


***

"No te lleves el piano a tu casa. Dejalo en la mía así venís más seguido."
El Pelado.


***

"Qué cartel hijo de puta. ¿Viene Cristian a inaugurar las tremendas obras?"
El Jhony ayer por mensaje de texto. La Municipalidad le puso un cartel que dice "Obras" en tipografía Arial tamaño 670 frente a su casa, sobre una plaza sin pasto ni juegos ni luces.


***

"Nosotros estuvimos ahí."
Nico, por el recital de Radiohead de fines de marzo.


***

"¿Festejamos? Yo compro dos Guinness. Vos ponete una papa en el bolsillo."
Esteban ayer por mail. El 16 de junio es el "Bloomsday", el día en que se recuerda todo lo que hizo Leopold Bloom, el protagonista del Ulises, de James Joyce, durante las cuatro horas en que transcurre la novela.


***

"Si tenés la suerte de poder pagar a alguien que te ayude en la limpieza, lo mejor es dejarle todo ordenado para que sepa cómo te gusta que esté tu casa."
La Asesina.

viernes, 12 de junio de 2009

Quién hace qué


Fue ayer a las ocho de la mañana. Esteban había nadado una hora en la pileta del Ejército y se preparaba para ir a trabajar cuando un tipo sentado sobre una tabla inició una charla de lo más insulsa.

-La pucha. Me olvidé el shampoo y el jabón.
-¿Querés? Yo tengo, te presto.
-No, no hace falta. Total ahora voy a casa y me baño allá.
-Qué suerte. Yo me voy a trabajar.
-¿Dónde trabajás?
-En Coca Cola.

La amabilidad del tipo dio media vuelta y partió rubo a Fam El Hisn, Marruecos.

-¿Sabés cuál es el problema de ustedes? Que no cuidan al cliente.
-...
-Que son un desastre. Soy almacenero. Tengo un almacén en Kilómetro 5, en Almafuerte al fondo. El margen de ganancia que ustedes sugieren es una locura. Más ahora con el aumento de la luz. ¡Así no se puede!
-...
-Tienen que poner el 40 por ciento. Yo le pongo ese margen y así me pude comprar tres casas y dos autos. ¿Vos me querés decir cómo los mantengo?
-...

A Esteban se le hacía tarde y, hombre de una o dos pulgas, empezó a acordarse de cuando jugaba al rugby, de las peleas entre clubes.

-Te lo digo clarito, flaco: si yo no saco 10 mil pesos limpios tengo que cerrar el almacén.
-¡10 mil pesos! ¿Sabés cuánto me falta a mí para llegar a 10 mil pesos?
-Ah noooo... ¡Pero por favor! ¡Vos no te podés comparar con un almacenero!
-¿Por qué?
-Vos no podés pretender ganar lo mismo que un almacenero porque no ponés nada. Nada más tu mano de obra. El almacenero invierte.
-Yo estuve seis años en una universidad: rindiendo finales, gastando en libros, estudiando de noche. Y sin ganar plata. Si eso no es inversión, decime qué es.
-Vos no te podés comparar con un almacenero. Punto.

Nueve horas más tarde, Esteban se sentó conmigo en el sillón y me contó todo esto.

miércoles, 10 de junio de 2009

Ruidos


Hay ruidos que adormecen.

1. En la peluquería, cuando la clienta pasa de una página a otra de la revista.

2. En las misa de la niñez. Antes de las lecturas. La pequeña caminata del fiel hacia el púlpito: los mocasines sobre el piso de granito. La modorra perfecta.

3. Anita a los ocho años haciendo pequeños ruidos con una cartuchera o el bolso de los cosméticos de la madre.

4. En la lencería de barrio, comprando bombacha, corpiño o camiseta. Siesta de dorapa. La empleada sacando medias de una bolsita y de otra; fijándose en las de la otra marca. Urgando en los estantes con cajones llenos de bolsitas. Las bolsitas. No pasa en Caro Cuore. Tampoco en los supermercados. Sólo en la lencería de barrio.

5. Ídem en el negocio de ropa para bebé donde un pantaloncito no cuesta 244 pesos.

6. Ayer, en la librería del centro, Henry, esperando para pagar tres libros bien elegidos y pensados. El calzado de empleados y clientes, paseandero, lento y amable, sobre el piso de madera flotante. Papel y más papel, la mejor acústica. Ojos a media asta, la tarjeta de débito en la mano. Arroró.

viernes, 29 de mayo de 2009

El cuento del tío


Fue como ir a visitar a un tío. A uno viejo y parco; a uno querible.

-¿Vamos al diario? -me dijo mi jefa.

A pesar de que sigo vinculada a los medios, no pisaba la redacción desde que renuncié en diciembre.

-¡¡¡Tbfksjerhtksuh!!! -pensaba mi cerebro infantil, pueril- Ay la puta. Menos mal que estoy vestida como siempre, si no van a pensar que me hago la canchera. ¡Ojalá que estén Marito y Javier! ¡Qué vergüenza! ¡Me quiero ir a tomar la leche a mi casa! ¡Quiero dormir!

Mis manos refunfuñaban: yo subía el ascensor y ellas temblaban. Ambas. Parejitas. Somatizaban casi seis años de periodismo abandonado.

-Buenas tardes -le dije a mi ex jefe, conciente de la sorpresa que causaba.
-¡Hoooolaaa! ¿Qué hacés por acá? ¡Señora! ¡Ahora sos señora!
-Vine a acompañar al gerente de la empresa para que le hagan una entrevista. ¿Cómo anda todo por acá?
-Y acá andamos. ¿No querés volver? Mirá que somos pocos. La otra es que cambiemos: vos vení acá y yo me voy allá donde estás vos.

Mientras saludaba a redactores, diagramadores, editores y jefes de sección, gente que quiero mucho y gente que casi no recuerdo, caminaba por los escritorios de la redacción como quien pispea los portaretratos de la casa de un tío. La de uno viejo y parco; uno querible.

viernes, 22 de mayo de 2009

Fffggg. Aaahhh. ¿¿?? ¡¡!! ¿Y si escribo?


Lunes

Le mando un aviso por e-mail a mi flamante consorte, Esteban. Pinta ida y vuelta. Viene así:
-Compré cable y una tapita de luz, pero rectangular porque no conseguí cuadrada. Fui a una cerrajería y a una ferretería y el cerrojo que querés no lo tienen: dicen que es malo, que se traba. Tienen uno más cojudo de 120 pesos. Beso!
-Lo de la tapa rectangular... Asumo con un 95% de certeza que es una joda. Cable: ¿compraste color fucsia, no? Si no, andá y cambialo por un cajón de manzanas y el muñequito de Verón del mundial 2002. Cerrojo: nunca tuvimos problema con el "llave cruz". Es lógico que te quieran vender el que ellos trabajan.
-¿Por qué no hablás claro, eh? ¿Por qué no te ahorrás tanto sarcasmo y decís que soy una oligofrénica? ¡Cuánta injusticia, por Dios! ¿Sabés quién va a continuar con estas gestiones? ¡Tu perra Ética! No había necesidad, che.
-Pobrecita. Tratar bien. Beso, E.

Pienso: Ffffffggggggggg...

Martes

Caminata deportiva por la avenida con "E".
-Mirá -dice, y señala al piso, sobre la bicisenda que hace pocos días hizo la Municipalidad.
-¡¡¡!!! ¿Cuándo hiciste? ¿Cómo? ¡No entiendo!
-El otro día.
-¿Vos romántico? ¿Y esto? ¡Es notable!
Sobre la bicisenda, un cursisísímo corazón tiene marcado adentro "Maru y Tebi". El resto del camino lo hago trepada a él como un koala.

Pienso: Aaaaaahhhhhhhh...

Miércoles

Conversación telefónica que nada tiene que ver con mi vida personal.
-Yo te paso el texto escaneado, pero queda entre vos y yo. ¿Ok?
-Sí, no hay problema. ¡Gracias!
-De nada. Gracias a vos.

Pienso: ¿¿¿¿????

Jueves:

Clase de piano. Partituras de Radiohead. Pablo, el profesor:
-Dale, tocala.
-¡Pero no me sale! ¡Y me frustro! Ya intenté y me frustré. No asimilo, che. ¡Se me hace una ensalada con las notas!
-Dale, no hay ninguna razón por la que no puedas sacarla.
Cautelosa, toco Karma Police y Like Spinning Plates.

Pienso: ¡¡¡¡!!!!

Viernes:

Me agasajo en la oficina con música más o menos fuerte. Faltan dos horas para empezar el fin de semana largo. Estoy tan contenta que ando con la espalda de lo más derechita.

Pienso: ¿Y si escribo lo más divertido que me pasó en la semana?

lunes, 18 de mayo de 2009

Más te vale


Silvana, madre de dos, tiene a su cargo por el fin de semana a dos sobrinos de cinco y siete años que se bañan jugando.

El más chiquito tirita. Silvana lo saca de la bañera y envuelve en un toallón. Aprieta la pequeña momia contra su pecho y sacude suavemente. Luego hace hincapié en la espalda: el chico transcurre de un lado a otro del toallón y en pocos instantes logra una temperatura cordial.

Silvana nota que el otro sobrino también tirita, así que reanuda el operativo: envuelve, aprieta, sacude y hace hincapié.

Su hija de seis, Emilia, seca y todavía sin bañar, pispea toda la escena desde la puerta.

-Más te vale que a mí me hagas lo mismo -le dice.

martes, 12 de mayo de 2009

No los conozco, pero los quiero


. Quino: Si lo vas a visitar a su casa, te acomoda la alfombrita de la puerta e invita a pasar al comedor diario con la mano semi apoyada en tu espalda. Quino habla con la voz baja y dice, "Buenas, muchacha, ¿cómo anda usted?".



. Brad Pitt: Se ríe de sus propios chistes, que son buenísimos. Es un excelente padre. A los varones les enseña a jugar a la pelota. A las nenas les hace creer que les saca la nariz y después se las muestra escondida entre sus dedos.


. Leila Guerriero: La tengo cariño, pero también la odio. ¡Es que me dá envidia! Es una periodista de la ostia que escribe como nadie. Así lo haga en el prospecto de un remedio contra la caspa, siempre la leo.



. Hugo Reyes, "Hurley", de Lost: El mejor de la serie. El único buen actor. ¡Pobrecito! Es tocoto, pero también tierno. Lo invitaría a comer unas pizzas con cerveza.


. Juan Pablo II: Lloré cuando murió. Era muy bueno. Muy bueno. Le gustaban mucho los chicos. Siempre quiso ser papá, pero no pudo porque era papa (cuac). Le tenía cariño. Creo.



. Michelle Obama: Su marido está bobo por ella. Aunque es un poco distante, invita a los parientes lejanos con un tecito. Deja que sus hijas se ensucien jugando con el perro.



. Tom Yorke: Le debo mucho. Me encantaría decírselo. La suya ha sido la banda de sonido de mi vida en los últimos diez años. Las plantas de interiores crecen mejor de tanto que se escucha Radiohead en casa.


. Borges: Cariño, eso me produce. Y no tanto por sus libros. De hecho, sólo he leído algunos de sus cuentos. Lo quiero por lo que ha dicho en muchos reportajes. Un viejo grandioso, cómico, depresivo, infantil y pintoresco como ninguno.


. Narda Lepes: Escucha Beck, manosea la comida y mastica casi como un caballo. Me gusta cómo hace el pollo al horno: lo agarra como un bebé, lo llena de condimento y una vez cocinado se come la grasa con un pancito. Me cae bien su asquerosidad.


. Antonia o Antonio: Así se va a llamar mi hijo/a el día que decida y pueda tenerlo. Creo que ya lo quiero.

viernes, 8 de mayo de 2009

Catrasca


Si necesitan algo, un favor, una tarta de frutillas, cualquier cosa, por favor no me llamen: estoy haciendo el trámite de la transferencia del auto.

Y hoy a la mañana sentí que el oficial de la Verificación Vehicular creía que mi cara era irrefutable, es decir, que yo era boba.

-No te puedo autorizar el auto si no grabás los vidrios -me dijo un hombre redondo en la Policía Caminera, a unos diez kilómetros de mi almohada.
-¿Grabar los vidrios? ¿Hkfeughoasuitysoeuryosaiuysvidrios? -pensé.
-Si querés, podés mandar a grabarlos en el centro, pero yo te los puedo hacer ahora por 40 pesos. Vos andá a hacer los papeles que yo te los preparo y te vas enseguida.

Caminé con unos papelitos en dirección a una oficina con toda la cara de boba de la que era capaz.

¡Arrrrrrrrrooooooooooo! ¡Alto ahí! ¡Ya me enteré!

Mi compañera Natalia me avivó hace un rato, a la hora del almuerzo, cuando le conté que me habían cagado en la verificación del auto.

-¡No! Solamente te grabaron los vidrios.
-¿Qué? ¿Cómo dijiste? ¿Grabaron? Yo mando a grabar películas, no vidrios.
-¡Sí! Lo hacen siempre. Graban el número de la patente en los vidrios. No pasa nada: no te cagaron.

¡Arrrrrrrrrooooooooooo! ¡Alto ahí! ¡Sí! ¡Ya me enteré!

No soy boba: soy catrasca.

domingo, 3 de mayo de 2009

Me arrepiento


Dos arrepentimientos a lo largo de mi vida:

1. Octubre de 1991
Tengo 10 años y Vicky, mi vecinita, me invita a dormir a su casa. Voy, pero me comprometo a levantarme temprano: al día siguiente se espera la visita del censista. Una maestra hará preguntas para el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas y debo estar presente en casa con mi mamá y mi mamá para verla y escuchar qué dice. Tengo que saber qué es un censo.
-No me lo puedo perder -pienso.
Al día siguiente me quedo dormida en lo de Vicky. Corro a casa. La censista ya hizo sus preguntas y se fue.

Primer arrepentimiento:
No haber estado presente en mi casa cuando se hizo el censo de 1991.


2. Noviembre de 2008
Conversación en la pinturería Alba.
-Buen día, vengo a ver pinturas de exteriores para mi casa -digo.
-Sí, cómo no, ¿qué gama de colores busca?
-Algo claro, pero no amarillo. Una especie de "arena".
-Mire, acá tiene la gama. Fíjese y me dice.
El vendedor abre unos papeles como un maso de cartas, los pone sobre el mostrador y se va. Cinco minutos después le hago una señal para que vuelva.
-Ya está, ya elegí. Quiero este, el que se llama "Arena de Sudán" -le digo, y señalo con el dedo un color.
-Bueno, pero yo le recomendaría que se llevara una lata de un litro y lo pruebe primero en su casa. Los colores de exteriores suelen verse distintos una vez puestos.
-No, lo llevo ahora.

Segundo arrepentimiento:
No haber probado la pintura exterior y que mi casa se vea "amarillita".

jueves, 30 de abril de 2009

Agotada



http://www.lanueva.com/hoy/nota/6d1ea8e2ab/1/27680.html

Pero un rato antes...

-Yo así no voy a trabajar. No, señor.

-Tenés que ir, mujer. Sos jueza de la provincia de Buenos Aires. Tenés apoyo. Hiciste lo que creíste correcto. Lo que indica la ley, nada menos. No te tenés que sentir mal.

-¡¿Pero no te das cuenta?! ¡¡Me están tirando el muerto encima!! Lo único que falta es que me culpen de la fiebre porcina. No, querido, yo me saco carpeta psiquiátrica y se van todos a la mierda, empezando por el intendentucho Braideltein, Bretentén, Breitenstein o como carajo sea que se llame. ¡Qué flor de turro! Usarme para hacer campaña. No se puede creer.

-¿Y qué vas a decir? ¿Qué excarcelaste a un negro chorro y eso te cansó? ¿Que no te imaginaste que dos días después de que lo soltaras iba a salir a reventar a un pobre tipo? ¿Que estás estresada?

-¿Sabés que sí? Eso voy a decir. Porque no es justo: no tenía pruebas para meterlo adentro. ¡¡No podía!! ¿¡Por qué no leen un poco de Derecho antes de hablar!?

-¡Pero por favor! ¡Van a decir que tenés cola de paja! Dejate de joder y andá al juzgado, querés.

-De ninguna manera. Anoche no dormí y eso que había tomado Alplax. Tengo palpitaciones, los pies hinchados, los ganglios inflamados. ¡Hace tres días que no voy al baño! ¿Vos querés que yo explote? ¡Estoy agotada!

lunes, 27 de abril de 2009

El chiquito


1. Sacapuntas

2. Heladera con ruedas

3. El chiquito

4. Tico

5. Zanella con techo

6. El autito

7. Laucha

8. Topolino

Estos ocho son algunos de los sobrenombres del auto de la asesina, un daihatsu cuore gris parecido al de la foto.

¡Alégrense conmigo, amigos, que el simpático vehículo ha pasado a ser mío!

lunes, 20 de abril de 2009

Juli y los perros


Todos los días, mi amiga Juli se estudia uno por uno todos los avisos clasificados del rubro 33 del diario local, LNP, el de "Extraviados".

Y a veces deduce algo así:

-Si este dice que perdió un Fox Terrier y este otro dice que encontró un perro chiquito que salta como un yo-yo, tiene bigotes, camina en puntas de pie y simula rengueras para dar lástima, a lo mejor están hablando del mismo animal.

Entonces llama por teléfono a ambos.

-Hola, mi nombre es Julieta. ¿Usted publicó un aviso en el diario porque perdió un Fox Terrier? Bueno, fíjese porque acaban de publicar otro aviso diciendo que encontraron uno sin dueño cerca de su barrio.

Un Labrador extraviado volvió a su casa la semana pasada gracias a Juli.

jueves, 16 de abril de 2009

Ella


Es fucsia y de goma y me acompaña desde la tierna infancia. Pasa por los pies, una pierna, la otra; un ratito en la panza y el pecho. Dudo que me falte calor humano, pero a mi fiel compañera no la comparo. No la comparto. Un comienzo de otoño como este sería inapropiado sin mi bolsa de agua caliente. Sería insulso.

miércoles, 8 de abril de 2009

La importancia de tostar


Hay que tostar. La gente que hace tostadas es más feliz. ¿Por qué? Por el olor. El olor a tostada remite a dulzura, a familia, a triciclo, a guardapolvo, a jubilado. Ni hablar si va con café con leche. ¡Mamita! Si hasta se nota de afuera... Hay casas con pinta a café con leche y tostadas. ¿Nunca las vieron? Están un poco despintadas. Suelen tener el techo a dos aguas, ventanas medianas, algún cerquito, una maceta. "Acá tomamos café con leche con tostadas, somos amables y nos importa la paz mundial", parecen decir. ¡Cuánta amabilidad! ¡Qué buen gusto, por favor! Yo trato. A veces hago tostadas porque sí. O solamente porque hay pan. O para salir a regar y volver y encontrarme con el ambiente semi ígneo. ¡Qué maravilla! Ojalá se tostara más. Ya saben entonces, autoayuda nasal. La solución está en tostar.

martes, 31 de marzo de 2009

Berrinche


La presidenta no va a estar en la foto que mañana va a salir en casi todos los diarios de papel, una de esas de cumbre, de presidentes paraditos sobre una tarima. En este caso, la de un encuentro de países árabes y latinoamericanos. Parece que a Cristina se le hizo tarde en el hotel, que estaba en pleno berrinche con un asesor...

-Estos gallegos mala leche... Dicen que gasto fortunas en forrar los zapatos con la misma tela de los vestidos. ¡Qué mal paridos! Resentidos.
-Usted tiene razón, presidenta, pero mejor vamos yendo que se hace tarde: me acaban de llamar del centro de convenciones, los presidentes están todos en sus puestos.
-Que esperen. Además, está lleno de musulmanes. ¿No les gustan las mujeres poderosas? ¡Pues que no haya mujeres! Que se queden con la chilena y la alemana, a ver si les gusta...
-Disculpe la intromisión, pero creo que se tiene que calmar. ¿Se siente bien, presidenta?
-No, no me siento bien. Estoy reteniendo líquido y se me inflamaron las rodillas. Yo así no voy a ningún lado. Hoy salí en los diarios con las rodillas de una escultura de Botero. No, señor. Y menos con esta gente: a estas rodillas va a haber que darles una biaba.
-Pero estamos en la cumbre, señora. Los medios, diplómáticos. Está todo el mundo afuera.
-¿Y a mí que me importa? ¡Que se vayan todos a la mierda! ¡Y vos también! ¡Retirate ya mismo! Será posible...

jueves, 26 de marzo de 2009

Una banda de recuerdos


¿Qué tiene? ¿Qué tiene Tom Yorke para componer canciones tan buenas que al mismo tiempo te hacen bailar, cantar, sentir, sorprender, llorar y reir y abrazar y bailar y saltar y deslumbrar y bailar y saltar? ¿Qué tiene como para tocar el piano y la guitarra y convulsionar de la manera más cool posible? ¿Qué tiene Tom Yorke que menudito y tuerto como es y con una camisa blanca british remangada se vuelve de lo más sexi (con perdón de ya sabemos quién)?

Fuí al recital de Radiohead. Me duelen los riñones de sólo recordar. Cerré los ojos, canté todas las letras. Sí, una fan pequeña y tarada; eufórica y adolescente. Con Esteban, abrazados, sin poder creer que escuchábamos las mejores canciones. Así, sin más: las-me-jo-res-can-cio-nes.

martes, 17 de marzo de 2009

Saldos y retazos

* No prender la luz del balcón para no desorientar a las tortugas marinas, comer langosta y bolinhos de camarao y tomar caipirinha hasta la cochinada puede ser muy lindo, pero bucear entre víboras de colores a lo mejor da miedo.

* A los padres calvos les puede gustar mucho un pantalón blanco que en la zona de Salvador de Bahía se utiliza para bailar capoeira.

* "¿Qué hice yo para merecer esto?" es un frase reversible: se puede usar tanto para un lado como para otro. Lo mismo con "Tirar manteca al techo".

* La visita de Radiohead a la Argentina de la semana que viene es un regalo que la vida, el destino, Alá y el gato Afrael (Los Pitufos) me hacen a mí como fanática número uno y primera de la banda.

* ¿Qué hice yo para merecer esto? Debería parar de tirar manteca al techo, ¿no?

sábado, 7 de marzo de 2009

jueves, 26 de febrero de 2009

1, 2, 3, probando, probando...


1. Todavía me duele el huesito dulce de esta patada voladora.

2. Tengo una calma chicha interna que roza la irresponsabilidad.

3. Esteban alquila traje y no hay dudas: mañana y pasado me caso con el más lindo.

4. Tomo fernet, cocino milanesas de soja y pienso: "Estoy muy contenta, che".

5. Transacción con Beba, la modista: "Yo accedo a poner más tela, ok, pero el vestido tiene que ser sexi y escotado hasta donde yo diga y usted me va a dar el gusto, ¿no es cierto?". Risas. Ultima prueba.

6. Depilación. Peluquería. Uñas.

7. Que sea lo que Dios quiera, literalmente.

martes, 17 de febrero de 2009

Indefectiblemente

Volvió de su viaje de trabajo en Chile y dijo:

-Todo el tiempo hay bruma en La Serena. Indefectiblemente, te levantás y hay bruma.

Estoy chocha de estar a diez días de casarme con alguien que dice "indefectiblemente".

martes, 10 de febrero de 2009

Patada voladora


-¡Hola! ¿Cómo andás?
-Tlmfsbfosfnsorfnsf. ¿Yguoghsfiougf?
-Bien, acá, con los preparativos del casorio.
-Hofusghriufg. ¿Enkjshudhiespedida?
-¿Despedida? Y, no sé. Eso lo tienen que organizar ustedes.
-Yfkjsehfugseufiu. ¡¡Ufrsagieyraer!!
-¡Jajaja! No, con un asado alcanza.

Ayer a la tarde Esteban hablaba por teléfono con su mejor amigo, El Pocha. ¿El tema? Sí, su despedida de soltero. Ese maldito ritual del subdesarrollo. ¡La puta madre, loco! Mi despedida fue el sábado pasado y resultó un encuentro armónico y auténtico entre amigas, una reunión que, sacando unas portaligas blancas y recortes de cartulina con formas de penes y vaginas, se pareció más a un taller de costura cool que a otra cosa.

Así que resolví expresarme con una patada voladora.

No bien Esteban terminó de hablar con El Pocha se asomó a la heladera a buscar un yogurt. Entonces avancé en dirección a sus glúteos. Pero no llegué: las piernas se me atascaron en el vestido de bambula que llevaba puesto y caí en el piso con el huesito dulce en punta. ¡El dolor! Así, conmigo tirada en el piso y gritando, Esteban puso una cubetera entera adentro de una bolsa y me obligó a sentarme encima.

Calladita, obedecí de inmediato.

lunes, 2 de febrero de 2009

Prenupcial

La medida de los dedos. Los anillos. El vestido. La modista chusma y malarriada. La ansiedad de mis amigas. El canon de Pachelbel. El brazo del pelado. Las caras de mis hermanos. La asesina contrayendo la boca. Anita y el Ave María. Mario lloriqueando. Flores. Un piano. Un viólín y un chelo. Sole con una filmadora. Los dos Benjamines. La cruz. La Iglesia. Las campanas que toqué de chica.

Y él mirándome.

Falta poco.

jueves, 15 de enero de 2009

Decime, dale

En sólo diez días he dejado de ser periodista gráfica para convertirme en gestora y, por qué no, electricista. Me bautizó alguien que casi no conozco que me llamó a mi nueva oficina en una compañía distribuidora de energía, donde ahora hago tareas de prensa.

-Hola, te habla D.M. ¿Cómo te va? Antes que nada te quiero felicitar por tu nueva función, desearte mucha suerte y ponerme a disposición para lo que necesites.
-¡Muchas gracias! No hacía falta.
-De nada. Pero te quería hacer una consulta.
-Decime.
-No tengo luz desde las siete de la mañana y mamá está muy enferma. ¿Podés averiguarme qué pasa, dónde está la falla? Mamá toma medicación que va en heladera, viste.
-Ajá. Dejame verlo. Igual te cuento que hace diez díaz que estoy acá. Imaginate que demasiadas precisiones técnicas no te voy a poder dar.
-Sí, ya sé. ¿Pero me hacés el favorcito?

Según me explicaron, todo aquel que se queda sin luz y pretende atención preferencial tiene a la mamá enferma (en la mayoría de los casos con cadera ortopédica) y al hijo con nebulizaciones. Y todos tienen razón, aunque mientan. A nadie le gusta que el lavarropas se le quede tiezo con la ropa enjabonada, la película justo en lo mejor o el chancho descogelándose en el freezer.

Después de ocho llamados cruzados el reclamo del casi desconocido se resolvió con éxito: había habido un problema con el pago y la empresa le había cortado el servicio.

Así que espero haber sido explícita. Si alguien quiere evacuar consultas vinculadas a los aumentos de la boleta de luz, acá estoy yo, que en los últimos días me la he pasado visitando transformadores y subestaciones eléctricas con la misma capacidad de entendimiento que... bueno, eehhh, en fin, que yo visitando transformadores y subestaciones eléctricas.

jueves, 8 de enero de 2009

Así que que


Y hubo cumbre blogger entre Ani y yo en el centro bahiense (O'Higgins, casi Brown), cerca de las dos de la tarde.
-¡¡Hola, Ani!!
-¡¡Qué hacés!!
Así empezó el cónclave. Y así terminó:
-Hay que escribir más -sugerí respecto a este y a su ilustre blog.
-Sí, yo estoy vaga, aunque hoy hice algo -dijo ella tipeando en el aire.
Diálogo modelo enero 2009.

Fllllfffff, ffflllllff, hace el lago Gutiérrez por teléfono. Esteban trabaja en Bariloche y trasmite lago Gutiérrez. Y yo lo escucho y espero en nuestra casa mateando, extrañando, mirando, regando, funcionando.

Pregunta a las más altas autoridades del bloguerismo sensible: ¿en qué momento llega la armonía? ¿Existe la armonía o es como la felicidad, es decir, coyuntura milimetrada? Está bueno dar vuelta el rollo: mudarsea a una casa de color extraño, cambiar de trabajo y decidir casarse, pero también la paz. Sin embargo, la paz a veces aburre. Así que que, asíqueque, (¡qué bien suena la e!, ¡Ani, le encontré sentido a El qué de Lelé! ¡cómo me gusta la e!): ¿qué hay que hacer?