lunes, 4 de febrero de 2008

Cortando el morrón


Ayer tuve una revelación gracias a un morrón rojo, grande y robusto. Más que una revelación, fue un recuerdo tan brutal que me conmovió hasta llorar como una marrana.

Estaba en la cocina, sobre el desayunador, con una tablita de madera. Preparaba una ensalada como cualquier otra y cortaba el morrón en cuadraditos cuando de repente me trasladé mentalmente a otro, pero a uno que corté hace cinco años y medio, en otra cocina, en otra ciudad, en otra rutina. El de entonces era igual al de ayer, corpulento, coloradísimo.

El caso es que en aquel momento alguien detrás mío me dijo la mentira más grande. Y me hicieron el peor daño que alguna vez me hicieron. Me da mucho pudor decir cuál fue la frase y quién me la dijo, pero yo la escuché mientras cortaba el morrón. Y para mí, esa imagen de cuadrados rojos sobre una tablita de mandera es la foto de la peor bazofia que puedo tener en la memoria.

Todo eso puede producirme un morrón a mí en estos días de decisiones fuertes, así que de aquí en más creo que voy a tener que empezar a esquivar las verdulerías.

1 comentario:

Mona lisa dijo...

o podes comprar morron verde!!! Y si no, mi amiga, te caminás unas cuadras, me tocás el timbre y hacemos una buena catarsis con berrinche y todo!
te adoro! Ojalá que la ensalada te haya quedado buenísima!