"Ya estuviste arriba? ¿No? Ah, bue... --suspiró con la nariz, como si se hubiese querido liberar de un moco--. Entonces no entendés nada..."
Me lo dijo hoy una psicóloga/asistente social/tranquilizadora en la planta baja de un instituto psiquiátrico, de un loquero donde los únicos pacientes que vi fueron dos señores con la mirada hastiada y la cabeza para el costado, como con tortícolis.
El caso es que la tranquilizadora con título me enloqueció. No sólo no me dejó entrevistar a Vanesa, una chica "perturbada" cuyo testimonio necesitaba para una nota sobre drogas, sino que me zarandeó la curiosidad a un punto casi ingobernable.
¿Qué tenés arriba, psicóloga? ¿Qué escondés con tanto orgullo? Aparte de baba, ansiolíticos y algún delantal blanco con cinto, ¿que hay ahí arriba, por el amor de Dios?
Todavía no entiendo por qué no empujé a la asistente social y salí corriendo para la escalera.
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