No me gusta mucho la carne. Menos de noche: me da pesadillas, sueño con víboras que me corren y alcanzan y pican. Sin embargo, siempre me hago una pasadita por la góndola más sangrienta del supermercado y me compro una bandejita con unos 500 gramos de entraña, un corte de vaca poco popular en la ciudad, barato y tierno.
Creo que este mes no lo voy a conseguir. Pero no me importa. Me la banco. Igual que la descalcificación que voy a sufrir la semana que viene cuando no haya leche ni yogurt en ningún lado. Porque se viene el desabastecimiento, mis queridos: se complicó.
Nuestra presidenta Cristina Kirchner ayer se olvidó del Rivotril vespertino y salió a las seis de la tarde a hablar de diferencias de clase y distribución del ingreso. Fue contundente y hasta sólida en un par de conceptos. Pero también fue una terrible yegua. Igualita a las que ahora pretende enflaquecer con retenciones para el campo de casi el 50 por ciento.
Habló como si no la hubiesen votado, como si no tuviera la responsabilidad de la mesura, de componer a todos los sectores. Incluso al sector rural que tanto parece odial. Por si no queda claro, una orientación de Martín Caparrós en http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=1596.
Claro que en las manifestaciones de ayer y hoy se quejaron todos: desde la hija de estancieros de pulseras doradas y trajesito verde clarito hasta el chacarero de 200 hectáreas con alguna planta de tomate en el patio para la ensalada.
Detesto y me aburre la televisión, pero ayer me prendí tres horas. Admiré la cobertura de Crónica. A eso llegué. Y en cuanto escuché las primera bocinas salí corriendo a la Municipalidad. No había demasiada gente y estuve lejos de sentirme identificada con alguno de los que se quejaban en 4x4. Pero algo noté:
La clase media estornudó. Más que por la cuestión del campo, porque no se banca y le-dan-miedo las contradicciones y prepotencias de una mina que se marca los párpados con una línea de dos centímetros de ancho y usa carteras de diseño que se piden con meses de anticipación. La misma que después habla de diferencias de clase y distribución del ingreso y manda a un sindicalista-delincuente-violento-oligofrénico como Luis D´Elía a provocar al, como ella dijo, "piquete de la abundancia".
Igual, no creo que nadie esté demasiado enojado. Todavía nadie se engripó: esto es sólo un estornudo.
1 comentario:
El gobierno de su país es déspota e hipócrita. Esa mujer con sus X operaciones, sus gastos en frivolidades, su cohorte de patoteros y bufones pagos y su retórica setentista metiendo campo y desaparecidos en la misma olla es una verguenza para la democracia y el género. Así se entiende cómo en Press Freedom Index, Argentina esté 82 (abajo del Congo, Burkina Faso y hasta Haití... fuerza y felicitaciones por el blog!
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