domingo, 31 de agosto de 2008

Tan loca II

-Cuando era chica quería todo lo que veía -dice Anita.

* El recorrido de la línea 503 terminaba a media cuadra de su casa. Conocía de memoria el ritual del colectivero: el hombre se bajaba, descansaba unos minutos, miraba las gomas y seguía. Un día Anita no se aguantó:
-Señor, ¿me deja mirar las gomas a mí?

* Quería más plata de la que le daban los padres y encontró la solución. Juntó las piñas de los pinos y salió a venderlas por el barrio. El barrio es un parque y se llama Palihue. Puso una mesita en la vereda y esperó que alguien frenara y comprara. Que comprara las piñas de los cientos de pinos que hay en el lugar. Como no tuvo éxito, Anita salió a vender casa por casa. No funcionó. Intentó con los limones del limonero de su patio. Hasta con limonada. Su mensualidad nunca creció.

* A Anita le gustaban los zapatos que yo usaba. Un día le pidió a Mirta, su mamá, que le comprara unos iguales. Eran de cuero, rígidos, número 21, con un agujero en la parte donde empiezan los dedos del pie. Eran zapatos ortopédicos.

* Las casas del barrio le generaban curiosidad: adónde daban pasillos y puertas, cómo eran los patios, el olor de los comedores. Tampoco se aguantó y salió a pasear por el barrio.
-Señora, ¿me deja mirar su casa por dentro?

Anita "fue" mi infancia. Menos las gomas del colectivero, compartimos todo: puestos ambulantes, vereda, zapatos y paseos por el barrio. La foto es del 21 de agosto de 1985, mi fiesta de cumpleaños. La de la punta, de vestido rojo y zapatos ortopédicos, esa soy yo. Anita es la rubia despistada de la izquierda, la que mira hacia donde nadie más mira. Ahora es cantante lírica.

jueves, 28 de agosto de 2008

Tan loca

Mi amiga Pili está tan loca... Si ando con insomnio, me regala pijama y pantuflas blancas para contrastar la oscuridad. Si un desengaño engaña mi estómago, se olvida de que no sabe cocinar y me prepara dos milanesas de soja con arroz Máximo. Pili está tan loca que pretende quererme tanto como yo la quiero.

Ayer me lo dijo con todos estos larguísimos mensajes de texto, desde Buenos Aires:

-Hola. Necesito saber si querés que te compre la entrada para Madonna. Toca el seis de diciembre. Avisame que compro en pre venta.
-No, Pili. Este año no puedo nada de eso. Pero muchas gracias.
-Te la regalo. No podés perdértela. Te juro que te la regalo. Y parás en casa. Daleee...
-No, son muy caras. Pero gracias, amiga. Estoy sensible y me dan ganas de llorar con tu gesto.
-Voy a comprar las más baratas. Aceptá mi regalo. Por favor.
-¡Pero no dá! En serio, muchas gracias.
-Basta, te invito yo. Es la más barata. No estoy gastando plata. Así que andá preparando las ganas de bailar. La vamos a ver casi como un duende de chica, pero al menos la vamos a ver. Sólo te pagarás los pasajes. Ahorrá 300 para eso y si no buscamos un auto. Te quiero y no pienso verla sin vos. Besos.

Mar del Plata, 2003. Pili ya se había tomado la primera cerveza. Yo insistía.

domingo, 24 de agosto de 2008

Hacerse la Ventana


Acabo de volver de Villa Ventana. Últimamente me cuesta Bahía Blanca. Todavía no me duelen las piernas de la escalada. A lo mejor más tarde. ¿Tenemos Diclofenac? Siempre que se vuelve de un paseo por sierras/montañas, aunque se trate de un lugar visitado en 456 oportunidades, se planean alternativas de ingresos con cabañas en alquiler, alfajores caseros o vizcachas al escabeche. En Villa Ventana, por ejemplo, no hay fábrica de pastas. Bah, está Mariel, "la gordita", según el kiosquero de la entrada. Pero lo que se dice fábrica de pastas, no hay. ¿Y si nos hacemos la Ventana?

sábado, 16 de agosto de 2008

Ego


Amabilísimo, mi hermano El Jhony me llamó ayer para preguntarme cómo llevaba migranproblema. Sin eufemismos, estoy atravesando un momento de mierda y no puedo hacer reir ni a un delfín. Por eso me llamó mi hermano, que tiene gran panza y corazón, pero también un ego gigante. Enorme. Hasta él se ríe de lo egocéntrico que es. Ayer también me preguntó qué pienso hacer para mi cumpleaños, que es dentro de cinco días, y aprovechó para levantarme el ánimo.
-No te das una idea la sorpresa que te tengo -me dijo-. Te vas a caer de culo. Vas a ver.
-Qué bien. Ojalá te hayas puesto en gastos.
-No, bueno... En realidad el regalo es para mí. Cambié el auto. Pensaba darte la sorpresa el jueves.
-¿?

lunes, 11 de agosto de 2008

Una preguntita

Rafael es portero y está preocupado. El ascensor anda mal últimamente. Sábado a la noche, se traba en el décimo piso. La pucha, otra vez. Look de personal trainer del subdesarrollo: remera ajustada, gorrita con visera adosada. 63 años, apariencia de 20 menos, macanudo. Rafel le dice a su mujer, Nilda, también portera, ya vuelvo. Voy a ver el ascensor y vuelvo enseguida. Rafael llega al diez. Intenta destrabar el ascensor. Está complicado, che. Tarda. Tarda. Nilda lo va a buscar. A lo mejor necesita ayuda. Nilda llega al pasillo del diez. Gorrita en el piso y puerta del ascensor abierta. Nilda se anima y asoma al pozo. ¿Estás ahí? Corridas. 911. Policía. Bomberos. La linterna. Luz en el fondo del pozo del ascensor. Aparece Rafael en la posición que tenía antes de nacer.


Una preguntita:

¿Dónde está la oficina de reclamos? ¿Hay una oficina de reclamos? ¡Qué desorganización, por Dios! ¡Que alguien aclare algo! ¿Se supone que tenemos que entender? ¿Hay alguien que entienda? Usted dice que sí, a ver, por favor, acérquese. ¿Cómo es esto? ¿Nos piensa tener caminando a su ritmo mucho tiempo más? ¿Es que basta con aprender a bailar alguna macumba? ¿Hay que empezar a leer sobre reencarnación, la Biblia, el prospecto del Alplax? ¿Tenemos que romperle el cuello a un pavo? ¿Usted sería tan amable de explicarnos cómo es esto? A ver, usted, sí, el que dice que entiende. ¿Cómo es esto?


(Junto con Nilda, Rafael era el portero del edificio en el que vivo. La gorrita apareció a un metro del felpudo que compré en Wal Mart, en el piso diez, 20 minutos después que me fui al cumpleaños de mi hermano, pasadas las 9.30)

viernes, 8 de agosto de 2008

Aprendiendo con Iomi

Finalmente conocí en persona a Iomi. Metódico, me llamó al celular dos veces por semana desde que hablé de él acá. Y ayer me dije:
-Vamos a ver si sigue igual el basural de este pobre viejo.

Lo pasé a buscar en un taxi con un fotógrafo. Iomi me esperaba en la puerta de un edificio céntrico. Jubilado desde hace unos 15 años, tapado gris, fornido y derechito: una heladera de aluminio. Abrió la puerta de adelante del auto y ni me miró.
-Agarrá Colón derecho -le dijo al taxista.

Llevaba un audífono y carpetas con notas de diarios. Se dio vuelta como se dan vuelta los viejos adentro de un auto: tieso, complicado. Me dijo:

-Ahhh, sí, sí... Usted va a aprender mucho. Va a ver. Yo le voy a mostrar.
-Iomi, mire que estamos apurados, ¿eh? Una vueltita por el basural, diez minutos y volvemos. ¿Le parece?
-Sí, sí, el basural. Pero ahí está el club marítimo. Los pescadores. El gran proyecto del intendente Puente. Sí. La basura a los costados. Nivelaron el terreno. Un desastre.
-Bueno, pero acuérdese lo que hablamos antes. No se puede ver todo. Me muestra el basural, le sacamos una foto a usted en su terreno y volvemos.
-Yo le muestro. Después usted elige lo que le parece. Me gusta esto de las notas. Me gusta. Va a ver todo lo aprende. En unos años va a aprender muchísmo. ¡Montones va a aprender!

Iomi le indicó al taxista cómo entrar al basural. Se bajó del auto. El fotógrafo y yo también. Había un perro atado a un alambrado, muy parecido a Huesos, de Los Simpson. El animal estaba tan afónico que no se escuchaba todo lo que ladraba, y era mucho. El fotógrafo lo soltó y Huesos salió rengo entre las bolsas de mierda. Creo que se frenó en una a comer algo. Mientras tanto, Iomi hablaba. Y se retobaba:

-No, fotos no. Yo soy un hombre muy reconocido. Soy de la inmobiliaria. Fotos no.
-¿Pero cómo no? ¿Me llamó por lo menos 15 veces para venir acá y ahora me dice que no quiere fotos ni nota ni nada? ¡Me dijo que le gustaban las notas, Iomi!
-No, nada. Poné "un importante empresario inmobiliario local".
-Ah, mire, ahora me dice lo que tengo que poner. -Empecé a transpirar. Quería dejarlo a dormir la siesta entre la basura.

Le dije al taxista que diera la vuelta. Iomi suplicaba:

-Espere, diez minutos que le muestro la pesca. Acá iban a venir los pescadores. Esto iba a ser un muelle. La basura. Nivelaron el terreno y dejaron la basura al costado. La próxima vez que salgamos a pasear le muestro más. Usted va a aprender mucho, ya va a ver.

lunes, 4 de agosto de 2008

Mi mamá, la "Asesina"

Mis hermanos y yo llamamos a mi mamá "Asesina". Se ganó el apodo porque hace muchos años no me quiso hacer la leche, la muy insolente. Mi papá, ella y yo habíamos ido a visitar a mis hermanos que estudiaban en La Plata y no me quiso hacer la leche, la muy insolente. Estaba tan encandilada con ver a sus entonces futuros m'ijoeldotor que claro, a mí, a la preadolescente conflictuada que se bancaba todos los días no le iba a hacer la leche, la muy insolente.

Entonces la miré de costado y le dije:
-Escuchame una cosa: ¿vos no me pensás hacer la leche a mí? ¿Vos me querés matar de hambre? SOS UNA ASESINA.

El cachetazo fue bastante fuerte, sí.